lunes, 13 de octubre de 2008

Sueño a Medias




Una extraña sensación invadió mis sentidos, un sonido agudo que se acentuaba en mis oídos era imposible de omitir. Junto con ello, el embotamiento de la percepción que se fundía en un compás de sensaciones desbordante, una suerte de disgregación de mi Yo para fundirse en una totalidad superior, un zambullirse en el mar de la inmensidad y la nada, al mismo tiempo.

Una vivencia que me transportaba a experimentar emociones elementales, sentir que conocía el ritmo de la vida, de la ebullición de un volcán o el simple brote de una flor. La sensaciones ascendían a ritmo frenético, hasta comenzar a extinguirse, entones el retorno se consolidaba y sólo quedaban los recuerdos de retazos en el recuerdo pasado apenas unos segundos antes. Luego, sólo el aterrizaje a la realidad y el sacudirse ante cualquier estímulo anómalo.

Nada de aquello era totalmente desagradable o ingrato, es más en cada oportunidad que vivenciaba aquello experimentaba un íntimo estado de placer y excitabilidad que me transportaba más allá de la realidad inmediata.

Ayer fue distinto, me había dormido y de pronto me encuentro despierto, con una sensación de manifiesta excitabilidad, aún somnoliento presiento que había vivido un episodio de aquél proceso durante el sueño, sin embargo estaba despierto, ante la mirada atónita de mi novia y sólo atiné a levantarme para encaminarme al baño, beber agua, lavarme la cara y luego aclarar mis ideas algo difusas en ese instante.

Me levanté y me encaminé hacia el pasillo, Cuál sería mi sorpresa, cuando constato que no puedo gesticular ni mucho menos hablar, lo más parecido a la película Matrix, cuando Neo, el protagonista ve que su boca es sellada. Una sensación de terror se apoderó de mi persona, no obstante no sucumbí ante tamaña sensación e impedimento y lejos de caer en un estado de perplejidad, me encaminé hacia el baño. Durante el transcurso del recorrido mis pasos eran oscilantes y tambaleantes, al llegar frente al espejo constaté que mi frente se encontraba magullada, una leve inflamación emergía desde ella. Al mirarme pude reconocer la inequívoca manifestación de un colapso mayor durante el sueño, más allá de la sobrestimulación de mis sentidos y el derrumbe de la percepción regular.

La sensación de desgano, cansancio se iba adentrando en mi cuerpo y al volver sólo atiné a acercarme a mi novia que me miraba algo desconcertada y conmovida, la besé y abracé como el tesoro más preciado que poseo y luego murmuré una declaración de amor para terminar intentando conciliar el sueño. Eran cerca de las 12:30 horas y el tiempo corría por sus carriles establecido, mi experiencia comenzaba a ser un instante más en los episodios vivenciados y en ese momento lo único que me traía sus recuerdos era ese Chichón molesto que brotaba de la frente.

Comencé a desplazarme hacia el mundo de los sueños sin saber que vendría, nuevamente ante la incertidumbre más absoluta, exponiendo el sentido de certeza y Fe que me moviliza cada día a reanudar el camino sin caer presa del pánico o del derrotismo abismal que intenta bloquear mi proceso de desarrollo en l construcción de una actualización de mi identidad. La despersonificación, embozada tras diversas máscaras acecha cual depredador sin embargo es deber proseguir la ruta, pues nada tendría sentido si definitivamente me dejara arrastrar por el miedo y el temor, los siempre atentos y ágiles fantasmas que moran el las tinieblas de nuestros sombríos recuerdos.

miércoles, 1 de octubre de 2008

El Viaje










El Viaje, es analogía permanente en la alusión de esa partida hacia un horizonte más o menos decidido, con días negros, claros y obviamente claroscuros. Es además la representación simbólica del denodado esfuerzo por llegar a un destino tan incierto como cercano a nuestros sueños e ilusiones de carácter más íntimo.

En las narrativas de la historia y epopeyas encontramos el viaje de Ulises también llamado Odiseo que a la postre es un ir y venir de veinte años por llegar a la anhelada Itaca. En el curso de la ruta emergerán diversos personajes que distraerán, capturan y seducirán a la tripulación tornando dificultosa la posible consecución del objetivo primigenio al zarpar de Troya.

Asimismo encontramos los viajes de Jasón tras el vellocino de Oro, Simbad, Marco Polo, Cristóbal Colón y tantos otros que un día se aventuraron a surcar los mares en busca de ese anhelo oculto.

La experiencia nos demuestra que en dichos periplos muchas veces la sola voluntad no es suficiente y junto con ella el devenir de los Dioses es fundamental, asimismo resulta gravitante el transitar a un ritmo que respete la ruta de dicho viaje en sí, no basta por tanto el mero afán si no existe el reconocimiento del entorno, de sus áreas geográficas y de quienes allí habitan o moran.

De cierta manera el viaje nos prepara a través de su proceso a una verdadera iniciación, a una suerte de ingreso a una colectividad secreta con rituales variados y elucidados para esa vida que va y viene en forma ondulante.

Las travesías traen desafíos, encuentros con mundos remotos, esencia de la magia arraigada de los primeros pasos que ha dado el hombre en la tierra. Asimismo, es el encuentro con nosotros mismos, saber de cuanto somos capaces y hasta donde podemos llegar con ese afán de aventura que requiere o demanda el deseo de conocer, explorar y por cierto conquistar aún cuando sea solamente una sensación de impulsos pasajeros. Sentirse vencedores, de alcanzar la meta, llegar a esa lejana Itaca que nos depara los parabienes o simplemente trasladarnos hacia aquellas tierras prefiguradas en la imaginación fértil de una infancia pasada.

Muchos serán los viajes, la vida en si misma es el Gran Viaje, con un puerto de llegada similar a todos, empero las anécdotas, aventuras o experiencias serán disímiles sin lugar a dudas. Después de ese gran puerto, el devenir aparece difuso aunque no menos interesante, pues luego del recorrido realizado es muy posible que nuevamente se nos invite a una nueva excursión, sólo que en esta oportunidad los valles, cordilleras, mares y selvas adquirirán una nueva sensibilidad y esperanza de forma de animarnos a una mirada trascendente con el certero mensaje de que nuestro viaje presente recién empieza.