viernes, 31 de julio de 2015

La Pérdida como Ilusión

Tal vez uno de los sufrimientos burdos más traumáticos a los que se puede enfrentar un ser humano es la muerte de un ser querido, especialmente si se trata de alguien tan cercano como nuestro compañero sentimental, nuestros padres o nuestros hijos, y en general nos solemos ver muy afectados al conocer la muerte de alguien a quien apreciamos en mayor o menor medida.

A este respecto, el Samyutta Nikaya (“Discursos conectados” o “Dichos emparentados”) del Cánon Pali recoge una de las enseñanzas más famosas del Sakyamuni, en la que una mujer, desesperada por la muerte de su bebé, acude al Buda a suplicarle ayuda.


Kisa Gotami era la esposa de un hombre rico de Sravasti. Los vecinos pensaban que se había vuelto loca, ya que iba de un lado a otro con el cadaver de su hijo, suplicando ayuda, llorando desesperada. Un anciano curandero le habló del Sakyamuni, diciéndole que él podría ayudarla con seguridad.
Gotami se acercó al lugar donde por aquel entonces vivía el Buda, y le suplicó ayuda. El Tathagata le dijo que debía llevarle semillas de mostaza blanca, con una condición: Debían ser semillas que le diesen en viviendas en las que no hubiese fallecido nadie; ni un esposo, ni un hijo, ni un abuelo…
Kisa Gotami corrió por todo Sravasti, suplicando de casa en casa que alguien le diese semillas de mostaza. Pero cuando preguntaba, la respuesta era siempre la misma:
“Pocos somos los vivos y muchos los muertos”, le decían. En todos los hogares había muerto alguien alguna vez.

Comprendió entonces lo que el Buda quería decir: Su desesperación no tenía ningún sentido. No por más sufrir, no por más llorar, su hijo volvería a la vida. Dándose cuenta de que lamentándose sólo conseguía sufrir más y más, se tranquilizó. Y ya calmada y con una mente más serena, fue al bosque, donde enterró al bebé.

. En el Dhammapada se recoge este verso del Buda, inspirado por la historia de Kisa Gotami:
“Aunque viva uno cien años
sin ver el estado sin muerte,
Mejor sin duda es un sólo día de vida
para quien ve el estado sin muerte”.

En él, el Tathagata se refiere a que es mucho más valioso vivir un sólo día y conocer el estado de Iluminación, que vivir cien años y no llegar a conocer el Despertar.
La propia Kisa Gotami, que tras su experiencia tomó refugio y se convirtió en una de las primeras monjas, narra en el Gotami Sutta:
“He superado la muerte de mis hijos,
He llegado al cese
de mi búsqueda de hombres.
No sufro.
No lloro.
En todos los lugares está destruido. Regocijo.
La masa de la oscuridad ha sido destruida.
Habiendo desafiado al ejército de la muerte,
Libre de fermentaciones me encuentro”.



Al poco de tomar la decisión de seguir al Buda, Kisa Gotami entró en el primer estadio del estado de Arhat, y poco antes de fallecer se convirtió completamente en Arhat, considerado el “estado de no-retorno” previo a la Iluminación definitiva.

domingo, 5 de julio de 2015

Título a la Chilena



-Chile campeón de Copa América-  Eso, que parecía un eslogan de algún comercial hiperventilado o simple sueño contenido por décadas, terminó por concluir el día sábado 04 de julio. En efecto, luego de un conjunto de partidos preliminares, el día tan proclamado en el inconsciente nacional para nuestra selección llegó, y llegó de la manera más propia a las circunstancias históricas que han acompañado a nuestro equipo; de forma intensa, sacrificada y también sufrida. Tal como si hubiese un guión invisible que coordinara el proceso, cada minuto fue una final en sí misma, y por ende un paso más en la trama de ese anhelo contenido como señal de un juego vital para todo un país..

Cada instante acercaba y alejaba las expectativas, como un péndulo que extrapolaba las emociones, yendo del entusiasmo  a la ansiedad sin más. De esta forma, los noventa minutos fueron una verdadera montaña rusa.
El estadio alimentaba los vítores hacia nuestros futbolistas, junto con el ondear de banderas y cánticos variados. Todo ello era un aporte significativo, que sin embargo palidecía en ese nuevo duelo que venía con el alargue luego del empate cero a cero entre Argentina y Chile. En efecto, el cierre del partido apenas abría una nueva puerta para definir esa final tan esquiva que no obstante seguía cercana, aunque con indiferencia para nuestro equipo…

El público continuaba animando el curso de los hechos, a cada instante se revelaba una posible respuesta ante la interrogante y parecía que la posibilidad de despejar la incógnita estaba dividida para cada cualquiera de los actores en cuestión. Al frente de Chile, un adversario de categoría mundial  no cedía en su intento para retornar con un nuevo triunfo para su patria, no obstante, las Moiras parecían escribir otra historia..
Chile por su parte, insistía en su esquema de encuadre y disciplina táctica dando dura batalla por alcanzar la victoria, todo esto a la luz de las directrices definidas por su técnico, quién caminaba de lado a lado en  la cancha, en un frenético recorrido que asemejaba esa otra  travesía histórica realizada para llegar a este instante del 2015.

Un ejemplo de metodología laboriosa, que evidenciaba que todo fruto sea necesariamente un correlato de trabajo arduo y sistemático.

En un instante, nuevamente el silbato del arbitro vino a concluir con el alargue, postergando la definición para la definición de penales.

Un sutil ambiente de ansiedad revolotea en el estadio nacional, dando un curso de serena aceptación respecto a la definición que se encontraba en ciernes. No quedaba espacio para mayores dilaciones, el camino conducía a una solución que demandaba un duelo entre lanzador y arquero que tantas vicisitudes contiene. De esta forma, el equipo de cada selección se unía al público, dejando la decisión en los pies y manos de cada protagonista.
Un abrazo une a los integrantes de cada equipo, -El momento ha llegado-

Parte Matías Fernández, lanza de manera contundente, gol contundente, Romero el arquero argentino  observa asumido. Sigue Lionel Messi, quién dispara a una esquina de forma certera, Bravo intuye el lado, aunque no logra detener.

Prosigue Arturo Vidal, quién patea un lanzamiento que Romero adivina, aunque no logra impedir el segundo gol, se escucha un respiro profundo. Le sucede el “Pipa” Higuaín, su cara delata una cierta incomodidad, dispara y el tiro sale elevado, -Argentina queda 2 a 1 abajo-

Viene Charles Aranguiz por Chile, ubica la pelota, toma distancia y patea, acierta, -nuevo gol- el estadio aplaude. Argentina juega su chance por mantenerse en la disputa, el equipo observa a Banega con cierta ansiedad, rostros que trasuntan la enorme preocupación que los acompaña, dispara el jugador, Bravo decide, vuela, acierta  y ataja.

Alexis Sánchez avanza a continuación, su lanzamiento se encuentra en la frontera, sólo queda por confirmar si dará ese gol de diferencia irremontable para Chile. Se prepara, corre y patea, un tiro suave que Romero en su afán de contener sólo atina a lanzarse, -es Gol-. Alexis corre agitando su polera, el estadio nacional estalla, la inercia se ha roto: Chile es Campeón de la Copa América….

Una larga historia de fracasos y eventos parciales, se consuman en la totalidad del triunfo, desde allí a cada ciudad, cada región, de allí al mundo, se escucha un susurro: -Por fin, Gracias-