jueves, 19 de octubre de 2017

Cuentos y Realidades

En una esquina cualquiera, un ave cae vencida
Su último vuelo es a las manos de un viejo mendigo.

Un hombre en dicho instante, pide una señal
Que al concluir en los hechos detallados, asume como su revelación
Por tanto, corre en éxtasis, contando su historia
Muy pronto, una multitud lo seguirá como el enviado

 Mientras, el mendigo palpa su regalo.
-Así al menos lo interpreta-

Agradece tal presente, pues lleva días de ayuno
sin probar bocado

Más al centro del pueblo,
un niño llora desconsolado,
ha perdido su paloma, quien alzó un vuelo fugitivo
Busca por estrechos laberintos su figura
Su madre le consuela, entre miradas curiosas

El ciego se regocija, por fin sus oraciones han sido escuchadas
En el suelo, un gato se relame mirando la paloma
Un perro, piensa ser mejor destinatario que el viejo
Mientras, una rata deambula apresurada
Sin ver a la serpiente que se acerca con sigilo.

Un mismo instante, un hecho puntual
ha configurado versiones distintas de la realidad
Representaciones que se acompañan de anhelos y pesares
Distintos colores, para unos y otros
Entre las plantas de granadas, que adornan el viejo pueblo

Las Lecciones del Buda


lunes, 16 de octubre de 2017

Ensueño

Es media tarde, la luz se cuela entre las ramas
mientras las voces se tornan ingrávidas,
y el canto de las aves
 baja a niveles indetectables.

El sopor se instala sin más,
vulnerando la conciencia, esa sensación de control vano
que nos hace sentir fuertes y presentes

Entonces, las líneas se entremezclan, trayendo diversos mundos
al aquí y ahora. Una mirada embotada, que no distingue
los lamentos, de una sensación extraña.

Los sueños de simple ficción, con el dolor que desgarra
a una mujer a unas cuadras de acá.

En tanto, el Sol corre lento, las nubes entrecortadas apaciguan
los sentidos, amansando nuestra existencia.
Nadie parece sentir apuro, las manos se tornan resbalosas por el delirio de una tarde de verano anticipado.

De rato en rato, algún bullicio lejano, o el freno de un auto, despierta
entre formas simuladas nuestra alerta. Sin embargo, vuelvo a lo mismo

Pareciese, que cabalgo con el día, somos uno, mi organismo demanda
un ritmo cansino, como el de esos leones en la sabana africana.

Un espejismo recorre mi impresión, siluetas que escenifican una danza,
se presentan ante mi. Intento visualizar que realidad encarnan, mientras sus
movimientos ondulan sutiles perspectivas.

 Desde el calor de mi ventana camino a tientas,
las cortinas apenas vivas, se entrelazan con una brisa inesperada.

Afuera, el calor consume lo que va quedando.
El pueblo inerte, las mujeres refrescando sus pechos y sienes,
 los viejos bajo una higuera,
 Mientras los niños duermen un sueño pesado que aparta de este mundo.

La estación sin noticias, los trabajadores en alguna oficina perdida, y yo, simplemente
en mi ventana, un día más, desde que se hiciera efectiva mi condena...