martes, 6 de septiembre de 2011

Viaje

El sol corre tras su destino, sin detenerse en el frenesí del mundo
Mientras, el viento traza su ruta indiferente
Ajeno, distante, inasible
Colándose entre escondrijos de pueblos, valles y senderos perdidos
Para el viejo observador que se ha detenido en el viaje
Es el espíritu de Helios quién cabalga hacia la aurora
Mientras ve al mismísimo Eolo animando el espíritu del bosque

La unión de su mundo con la tierra y el cielo
Así lo mundano se torna en sacro
Lo profano se cubre de belleza trascendente
Como simiente de alegría, en la intima esperanza
Aquella que nace desde la vigilia en la alborada
Creer sin ver, amar aún sin conocer
Ese es el designio para el consagrado

Detrás de todo aquello, está el recuerdo
La reunión ceremonial en torno al fuego
El traspaso de tradiciones orales
Sueños, anhelos y temores anudados
En el simple relato ancestral
Que se actualiza en un presente cuya vitalidad
Ha sido germinada en milenios pasados
Tiempos idos, bajo un simple resplandor
Como ilusión de enigmática vigencia
Hasta un presente indeterminado

¿Adonde ha ido el viejo observador? -Se escucha la voz del viajero-

Acaso has extraviado tu camino
Entre jornadas y travesías
-No hay respuesta- el silencio cubre su morada

En tanto, allí va nuevamente el disco dorado
Cruzando las fronteras de nuestra imaginación
Delineando el escenario del universo en expansión
Hasta un nuevo renacer
Asimismo el viento, quién nos vuelve a visitar
En sentidas emociones, bailes y silbidos
Como presente del encanto inagotable

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