viernes, 22 de julio de 2011

Excusas y Mentiras





Las excusas “agravan la falta” señala un dicho popular, no obstante son el alma de nuestra naturaleza chilensis.

¿Acaso alguien podría fidedignamente negar el uso de esta costumbre en alguna ocasión?.

Realmente resulta difícil concebir que sea algo habitual (no es el mejor antecedente), sin embargo a cada instante nos encontramos con evidencias manifiestas del tamaño de una catedral que nos recuerdan su presencia.

¿Motivos?, en realidad diversos y variados; postergar una reunión, llegar atrasado, salvar un examen, fundamentar alguna salida de madre, deudas, malas notas y en general una larga lista de de eventos que nos ligan ineludiblemente con aquello que debíamos hacer (deber) con nuestro querer (voluntad)….

Detrás de la excusa se constata la escasa maniobra para asumir nuestra palabra empeñada y asimismo; ipso facto, la facilidad en que la palabra surge para prometer algo, aún a conciencia de cierta dificultad de asumirlo.

Todo funciona perfecto en el ahora que es cuando surge la oferta, lo problemático deviene al momento de transitar hacia ese futuro distante y actualizarlo en un acto concreto…

¿Que ocurre esencialmente con nuestra capacidad de cumplir lo prometido?


Al parecer algo en nuestra esencia nos lleva a decir Sí, cuando en realidad queremos decir No o simplemente Talvez. La motivación de este comportamiento se vincula con una muestra de aparentar cierto nivel o capacidad, más allá de nuestras capacidades y asimismo una suerte de búsqueda de reconocimiento que logre realzar nuestros méritos postergados. Todo ello, por esa inseguridad crónica que demanda permanentemente la búsqueda de aprobación y reconocimiento externo.

Por otro lado esta conducta refleja la escasa relevancia dada a la palabra como instrumento de compromiso. Esto, quizás ligado a nuestra cultura hispánica en donde lo escrito prevalece ante lo dicho: “Las palabras se las lleva el viento” reza un refrán popular. Así las cosas, la palabra se trastoca en un mero sistema de referencias de apariencia o simulación sin contener realmente el peso esperado. En este sentido constatamos manifiestas vivencias relacionadas a “Promesas de Amor” incumplidas, la no devolución de aquél libro prestado, el dinero no devuelto, la deuda centenaria o ese contundente desde mañana cambiaré, que con tanta habitualidad oímos……

La excusa por tanto, nos remite a esa ambigüedad del tránsito de nuestra realidad, a la duda existencial de nuestro devenir de manera algo “Light”. Quizás la experiencia de estar literalmente sobre una placa tectónica y de visualizar un futuro de escasa concreción hace que el chileno tienda naturalmente a eludir lo prometido y buscar la excusa como compañía continua, pues siempre puede pasar “algo” que impida responder adecuadamente. De este modo, la transición es mero presente, propósito, intención, sin la necesaria contraparte que funde las raíces del deber, razón y trabajo conforme a las convenciones esperadas y señaladas.



Tenemos en la excusa entonces una hermandad con la verdad a medias o la mentira, la vulnerabilidad existencial y la ausencia en asumir la responsabilidad de nuestros actos, todo ello estructuras ligadas a estadios preliminares hacia la adultez como sociedad....

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