martes, 11 de noviembre de 2008
Las Víctimas
Las Víctimas. Extraño es no apiadarse de aquellos seres que han sido sometidos a un determinado escarnio o maltrato. ¿Quién osaría apoyar a un violador o a un homicida?...En realidad tal propuesta resulta a todas luces algo descabellada.
Se víctima implica ser débil, ser objeto de un poder superior, que juega con el destino de la víctima como un ser omnipotente.
El victimario suelo estar investido de una estructura de fuerza poderosa e invencible, una suerte de Titán, Goliat u otro personaje mítico que encarna el uso de una potencia abusiva y desgarradora ante la frágil víctima.
¿Qué hacer al respecto?, escasamente aportar elementos que expíen la mala conducta del abusador ante la víctima.
Plantear así las cosas obviamente facilita la posibilidad de decisión y de opción ante un determinado dilema con el que podríamos dialogar y permanecer un tiempo más allá del necesario. No obstante, ¿que ocurre en el diario vivir, en donde los roles son más bien dinámicos y cambiantes?, en donde muchas veces la verdad está entremezclada de mentira, omisión junto al anhelo de triunfo o victoria ante el otro u otra.
¿Qué decisión tomar ante una realidad moteada y desfigurada?, en vez del clásico libreto vendido como guía de un cine o teatro para la masa fácil de convencer y convocar, ante determinadas situaciones que involucren convencimiento y manipulación.
El rigor de análisis implica un examen a fondo y desde diversos puntos de vista, el deseo de avanzar rápidamente puede implicar el hecho de buscar respuestas sencillas y fáciles al gusto de la mayoría. Requiere un esfuerzo por entender el orden de los sucesos y además la motivación de los sujetos, sus propias capacidades y asimismo el nivel de libertad con el que actuó cada uno de los involucrados.
Ser capaz de discernir entre la verdadera libertad de cada cual junto al impacto del ambiente y asimismo el nivel de voluntad al que podían apelar cada uno de los involucrados. No es el fin de esta reflexión llegar a la existencia de un Sino todopoderoso que omita a los sujetos de responsabilidad, ni tampoco la idea de un solo malvado, que en muchas ocasiones actúa de Chivo expiatorio, para salvar las conciencias de la comunidad igualmente comprometida. A excepción de un menor o una criatura indefensa, quién más estaría absolutamente indefenso o desprovisto de hacer algo para su propia defensa. Esta pregunta es interesante y probablemente la generadora de nuevos dilemas y debates, pues asume al individuo con un poder de acción real ante la sociedad y le reconoce un porcentaje de participación no menor en el juego de las relaciones sociales. Esta perspectiva busca por tanto no quedarnos con historias de tipo maniquea sino matizar la conducta relacional y asimismo entender los intrincados procesos por las que las personas pasan al momento de entrar en contacto y asimismo reconocer en cada uno de ello cierto nivel de injerencia y decisión.
Habiendo asumido entonces que en el proceso de relaciones sociales, cada sujeto tiene una determinada carga de responsabilidad, la idea es entender entonces a la verdadera víctima de aquella que utilizando tretas de simulación “representa” un rol que nos lleva a la victimización como un escape más que como una real salida.
De esta forma, la responsabilidad se entrega según la norma y asimismo permite evaluar lo que puede aportar cada cual. Esto es, una visión sistémica más que una mirada por el sólo visor de la individualidad.
Pedro Iturrieta Vergara
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