Es media tarde, no obstante el sol aún ilumina con esa intensidad que caracteriza la transición estacional entre invierno y primavera.
Regresamos de un viaje familiar y al subir por la calle Carmen Fariña en la comuna de Vitacura, veo que caminan tres scouts, junto a su clásico tótem. Su paso es calmo y en su andar delinean una figura que destella una luminosidad especial, parecen alegres y envueltos en una amena plática, quizás preparando una misión determinada, comentando las actividades del día o simplemente definiendo los preparativos para un próximo campamento. Se ven ajenos a cualquier preocupación y su presencia no hace sino recordar mis días de Lobato, entre juegos grupales, camaradería, actividades grupales y el liderazgo como esencia de vitalidad y servicio.
Los observo por apenas un instante e inmediatamente despiertan recuerdos y emociones significativas, la actitud de siempre listo, los días de encuentros, preparativos de servicio y nuestras salidas al aire libre me evocan otra época, de un tiempo ido y que sin embargo se actualiza en estos jóvenes.
Al doblar observo a un grupo rezagado de ellos que están fuera de un local, es una cuadrilla completa, son adolescentes hombres y mujeres departiendo junto a la sonrisa, amistad y compañerismo, verdaderos valores de configuración de un equipo. Esa actitud tan propia de estas agrupaciones que impregnan significativamente las reglas de buena conducta y lealtad entre su filosofía de enseñanza.
Me interrogo y reflexiono respecto a las capacidades instaladas de los herederos de Baden-Powel que podrían ser una gran ayuda en el trabajo con niños y niñas a través de nuestro país. Una forma lúdica de enseñar, aprender y desarrollarse mediante la fraternidad, disciplina, esparcimiento y el trabajo en equipo.
¿Cuánto podrían aprovechar tantos jóvenes de esta experiencia de carácter mundial?
No obstante, la tarde avanza, al dejar atrás a los representantes de Baden-Powel, sólo quedan mis recuerdos de los líderes, el Akela de la manada que caminará hacia nuevos horizontes y la capacidad de tornar lo adverso en oportunidad y la caída en aprendizaje, pues en el viaje de un explorador siempre existirán aquellas contingencias e imprevistos que demandarán lo mejor de nosotros y del equipo.
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