El silencio se instala en mi vida,
Cuidadosamente, como una sutil tela de
araña
Rodeando cada espacio del ámbito vital
Hasta llegar a cubrir con su manto cada espacio del camino.
Así, donde ayer hubo voces y bullicio
Hoy sólo crece la inmensidad de la
quietud
Desolación inquietante, sin más interpelación
Que la presencia del propio sujeto y su historia
-No siempre fue así- a no dudarlo
-No siempre fue así- a no dudarlo
Más la prosperidad no siempre es un trance de fácil acierto
Pues el apetito siempre lleva a más
Esa es la primera regla del viejo monje oriental
Aquél de tiempos inmemorables que alguna vez habló.
Más, nada detiene a la lógica del insaciable abordaje
Esa de voraz estirpe sobre la estepa
De tal forma, todo es nada
Ante la conquista de la avanzada
Por mi parte ya sospechaba que tal suceso se presentaría
Como una suerte de apocalipsis; fin de los tiempos
Pues en alguna medida la capacidad de antelación
Siempre brota en el ser humano
Como manantial subterráneo, que rompe la resistente superficie
de la obstinada y terca realidad
De tal forma; tus suaves manos me
recuerdan ansiedad
Tus besos la conversa pasión de
posesión
El celo demanda la reclusión del condenado
Más que la libre transición de un ave
Más que la libre transición de un ave
Mientras que la Transitoriedad, esa de
eventos lanzados al viento del devenir
Del cambio ineludible, del aquí y ahora
Todo ello para ti no importa, pues representa la nimiedad,
La inconsistencia fantasmal, de la
invisible huella de mi persona
Como tal, entonces soy un espectro, una ilusión
Un instante de tiempo, que resuena en medio de la inmensidad
Esa de múltiples sonidos del silencio envolvente del ayer
Pasado, simplemente agua escurrida
Que se escapa de las ávidas manos del presente
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