El clima no era el mejor; un ambiente gris rodeaba la atmósfera y sumaba un pesimismo embozado a nivel nacional. Los interesados de siempre en destruir y corroer la estabilidad, más que colaborar y construir, auguraban un escenario apocalíptico ante el proceso en ciernes de primarias.
Junto con ello, las escuelas tomadas le entregaban una oportunidad a alcaldes carentes de figuración para interpelar al ejecutivo, y los alumnos por su parte, se atrincheraban en los establecimientos haciendo con ello el proceso más difícil. Nada parecía bien para los críticos consumados que ponían en entredicho la participación, definiendo exigencias mínimas de votación como requisito de legitimidad (vieja treta para luego arrogarse los votos y voz de los inasistentes). En fin, paso a paso, se fueron despejando las incógnitas, así cual ecuación el gobierno allanó el camino para un proceso inédito en Chile: Primarias legales y abiertas a las dos principales coalisiones políticas del país.
De esta forma, el día señalado llegó, los ecos de profesías fatalistas aún se percibían en el aire; ya sea en algunos medios de comunicación o comentarios de líderes de partidos. Lo curioso es que nadie se había fijado ni atendido a los ciudadanos (muy común en quienes adhieren a la vertiente autoflagelante), los que poco a poco, en una jornada invernal comenzaron a asistir a los locales de votación (me incluyo), en una forma ordenada, respetuosa y entusiasta desde diversas localidades del país.
Llegado el mediodía, ya era una verdad irrebatible; el proceso marchaba bien, superando las expectativas iniciales e incluso a medida que avanzaban las horas se confirmaba que la votación superaba los dos millones (finalmente alcanzó los 2.944.024 votantes).
¿Que lecciones podemos sacar respecto de este proceso?
Principalmente tres, relacionadas con la perspectiva de nuestro país:
1) Las minorías violentas no lograron opacar una participación democrática.
2) El fortalecimiento y legitimidad tanto de la autoridad como del sistema vigente
3) El camino de participación y optimismo, que los Chilenos deseamos construir en paz hacia el futuro.
Ahora, respecto a los resultados electorales, cada cual sacará sus propias conclusiones. Ambas coalisiones en competencia interna han elegido a su representante legítimamente para las próximas elecciones, y serán nuevamente los ciudadanos, quienes decidirán el destino de nuestra patria, lejos muy lejos de asambleas, destrucción, bombas molotovs y violentistas de diversa calaña.
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