La lectura ha sido una fiel compañía, dos textos para ser específico; uno de Claudio Véliz, denominado; Los dos mundos del Nuevo Mundo. Una síntesis de cultura y economía en Angloamérica e Hispanoamérica y el otro; Abrir la Mano del Pensamiento, de Koscho Uchiyama, ligado al pensamiento Budista Zen.
Ambos son absolutamente recomendables, pues logran una saludable síntesis entre el ímpetu creador de occidente y la reflexión de oriente.
Como sea, en medio de playas calmas, santuarios de aves y el oleaje que irrumpe en cada instante, resulta inevitable en algún momento llegar a un espacio de "modernidad", allí constato que Centro América y Europa Oriental se hermanan en medio de vigorosas protestas en contra de regímenes de fuerza y control autoritario. Venezuela y Ucrania, resultan ser simplemente dos caras de la misma moneda; represión hacia la ciudadanía, limitación de la prensa y asimismo de los derechos civiles básicos para una convivencia democrática.
Las personas parecen no medir la desigual situación en la que se encuentran, es más, el arrojo y valentía de aquellos despojados de simples y cotidianos elementos de vida amigable, son dignos herederos de aquella cualidad que Aristóteles definió como: Andreia Kalon (recomiendo el texto de Arturo Fontaine Talavera; ¿Hay belleza en el riesgo?). En efecto, tras un fin noble, la belleza de la valentía surge como el justo equilibrio entre el temerario y el cobarde. La hora de plantearse ante el matonaje y abuso, ha llegado por tanto para ambos países.
De esta forma avanzan los ciudadanos contra el autoritarismo abusivo y de rasgos totalitarios que busca gobernar las conciencias de Venezolanos y Ucranianos.
Como un símil de la naturaleza, en nuestro país hemos ido constatando en los últimos días que han ido en aumento los movimientos sísmicos, hasta llegar el día de ayer, a una situación claramente de aquellas en donde; "Se nos movió el piso". En efecto, casi como un medio de verificación de la calidad del material que hemos constituido, no sólo en el simple artefacto, sino en la esencia de nuestra cultura cívica, los sismos han remecido una vez más nuestra existencia más profunda. Como una señal de augurio ante el derrumbe de la convivencia y tolerancia en diversos países del barrio.
Alguna vez José Ortega y Gasset señaló en referencia a nuestro país: «Tiene este Chile florido algo de Sísifo, ya que, como él, vive junto a una alta serranía y, como él, parece condenado a que se le venga abajo cien veces lo que con su esfuerzo cien veces creó». Esperamos que esto no llege a tal extremo. No obstante, algo indica que mil veces más los Chilenos estarán allí donde el derrumbe se produjo para levantarse, de allí el filial espíritu que pudo observarse una y otra vez en la adversidad.
Por último, no puedo dejar pasar el simbólico hecho que ocurrió con la llegada del Tirano Raúl Castro a Venezuela. Un hecho curioso, de aquellos que Jung encadenaría con la cualidad de sincronía, se presentó al momento de bajar el cubano y comenzar a izarse los pabellones de ambos países, de pronto sin mediar boicot o complot de alguna mano negra, la Bandera Cubana se vino a tierra, con el cordón que la sostenía cortado. La situación causo revuelo y no resulta extraño oír las reflexiones que deambulan en términos que literalmente : "la cuerda se está acabando" para la cuba de los Nepóticos hermanos Castro.
Retorno entonces a mi lectura, la transitoriedad lleva al cambio permanente, y eso, me encargo de confirmarlo a cada instante.....
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