miércoles, 20 de mayo de 2015

Gaspar Cabrales: Joven Inmortal

Nos acercamos a un nuevo 21 de mayo, aunque lejos del espíritu de identidad nacional y remembranzas de nuestros héroes que solía acompañarnos en estas fechas. Más bien, el ambiente es gris, con una extraña atmósfera de rencor, ira y vacío de trascendencia.

En este contexto de extravío, con autoridades perdidas, masas vociferantes y diversos sacerdotes devenidos en redentores, he querido hacer un quiebre en honor de aquellos chilenos que un día cualquiera debieron confrontar el destino e incluso rendir su vida por un Sueño.


Por ello, les dejo un texto del adolescente Gaspar Cabrales:

"Gaspar Cabrales"
por Antonio Bórquez Solar (*)
Fue un héroe este niño que tenía 15 años aquel 21 de mayo; fue hijo del pueblo humilde, un héroe que siguió al Capitán Prat hasta el momento del abordaje y que murió, seguramente, con la frente partida de un balazo, en el mismo instante en que el comandante de «La Esmeralda» caía muerto también en la cubierta de «El Huáscar».
Nada sabemos del niño Cabrales antes de su heroísmo; pero es muy fácil suponer que tuvo su nido en uno de los cerros de Valparaíso, ahí donde toda la gente de mar enciende las luminarias de sus hogares roqueros, después de la faena diaria en el plan, en los malecones, en el mar.
Allí, en su nido roquero, el niño Gaspar oyó, por primera vez, las proezas marineras de su padre, que fue muchas veces en busca de la aventura por todos los mares del mundo; allí el niño Gaspar sintió los primeros escalofríos del entusiasmo al oír el relato de las hazañas de la primera escuadra nacional. Entonces, saltó de su banqueta cuando oyó la historia del asalto y toma de «La Esmeralda» en el fondeadero del Callao, por el Lord Almirante; saltó porque sintió la chispa contagiadora del heroísmo, sintió que él tenía sangre de esos héroes, hirviente, noble, roja, abundante, para darla toda por la defensa de la Patria, lo mismo que todos los niños de Chile.
El niño Cabrales aprendió en la escuela lo que pudo. Fue juguetón, pero muy respetuoso con su profesor a quien quería mucho, porque sabía que era tan pobre como él y que tenía que ocultar su pobreza. En la escuela aprendió a cantar bien su Canción Nacional y jugando aprendió a tocar la corneta.
Cuando sus padres lo abrazaron, la madre le recibió con cierto temor por haber ido a un buque de guerra, a pesar de que aún no había estallado el conflicto.
¡Qué lástima que no haya habido historiador de esta vida del niño Gaspar Cabrales, corneta de «La Esmeralda» el 21 de mayo!
Cuando el día memorable llegó, lo primero que hizo el capitán heroico, a la vista del enemigo enormemente superior en fuerzas, fue reafirmar su resolución de vencer o morir, y en seguida, llamando al niño Cabrales, le dio la orden de tocar «generala». A las ocho treinta y cinco minutos, Prat le mandó tocar «atención» e inmediatamente después dirigió a la tripulación su arenga que todos llevamos grabada en la mente, y cuya conclusión los marineros prorrumpieron con el grito unánime que se derbordó de sus corazones: «¡Viva Chile!».
Siguió el capitán Prat con las órdenes de combate: «¡Fuego a batería!». «¡Apuntar con preferencia a la chimenea y a las torres!».
Cada una de las órdenes era reafirmada por el toque de corneta correspondiente. ¡Con qué vigor, con qué potencia de sonido infundía un entusiasmo y un coraje inaudito en el pecho de los héroes!
El niño Cabrales, al lado de su comandante, no tembló un momento, no conoció el miedo a la muerte en medio del torbellino de fuego, y siguió repitiendo en su corneta las voces de mando hasta el momento en que Prat grita: «¡Al abordaje!», y salta.
Entonces fue cuando la bala se desvió, al retroceder «El Huáscar», después del espolonazo, y dio en la frente del niño que no alcanzó a saltar con su jefe.
¡Cuán grande fue ese niño en el cumplimiento de su deber heroico!

* Antonio Bórquez Solar (1872 - 1938). Texto original: «Chilenidad» - Prof. Roberto Vilches Acuña (Ex Consejero Académico del Centro de Estudios Históricos LIRCAY). Ediciones Encina Ltda. 1974.

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