El silencio me invadió
Al comienzo fue algo imperceptible
El tiempo, la calle y el murmullo
se fueron haciendo uno
Lejanos cada día más
Hasta que de pronto, el eco del universo ancestral
rebotó en mis oídos.
La nada se acerco a mi persona
rodeó los contornos de esa realidad futil
que día a día creemos invariable
Para invitarme a ser parte de aquello,
que obviamos.
Mis oídos se agudizaron en la espera
En tanto, mis sentidos se expandieron, buscando
en universos y otras dimensiones
caminos desconocidos.
Fue un viaje interesante
El árbol se mecía y pude ver su silueta que dibujaba
una invitación, lo mismo el cielo límpido
Para entonces, mis ojos habían traspasado
toda coherencia convencional
Las luces simplemente eran otra forma de lenguaje
Así las cosas, abracé mi espacio, que en realidad es -nuestro espacio-
Para dejar que la transitoriedad fluyera
Con el gran manantial de instantes, que forman la vida
Lejos, un ave alzaba el vuelo
Puede percatarme que su mensaje se escribía sin palabras
entre nubes, ventiscas y ondeadas
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