Se alza una nueva jornada, mientras la ciudadela desbordada ebulle como un hormiguero
Las manos alzadas y combativas, se entremezclan con aquellos que buscan llegar a su destino laboral
Anarquía entre veredas y calles
Simbiosis de ansiedad y agonía
El ansiado orden no llega, y desde palacio se buscan medidas
Ante la ineptitud, crece la frustración y escepticismo
El Regente decide hablar (veremos que sucede)
Interviene, dirige su mirada a la cámara
Enarbola ideas y frases, pegoteadas por asesores ex temporales
No convence, parece un actor pauteado (un mal actor)
De pronto, salta a la palestra y decide señalar que estamos en guerra (¿Lo recuerdas?)
-Un adversario poderoso- Esas son sus palabras
También misterioso y desconocido,
Finalmente una entelequia
la metafísica traída a la contingencia
Algo falta, el mandante se decide: La declaración de estado excepción
Los uniformados a las calles
Una extraña euforia recorre a las multitudes
Reminiscencias de antaño hacen fantasear con un circo romano
De lado y lado esperan
Reacción y Revolución, se hermanan
Ambas finalmente anhelan íntimamente la violencia
Unos con fines de orden
Otros con la ansiada refundación
Las declaraciones, tienen eco
Miles salen a las calles con carteles señalando: -No estoy en Guerra-
Incluso el General lo testimonia: -No estoy en guerra con nadie- (¿Lo recuerdas?)
Nuevamente los sueños oscuros y de la sombra profunda no se cumplen
Los extremos se decepcionan, aunque intentarán dramatizar las acciones
Mientras, las fogatas y protestas hacen dubitar (una vez más al regente)
Pasan los días y noches sin mayores cambios
La antigua plaza emblemática, cada día es visitada en plan de manifestación
Eso será parte de otras narraciones
A lo lejos, la insigne estatua revela una silente pasividad
En medio del jolgorio y aglomeración
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