Las palabras brotan suavemente, entonces el diálogo comienza, abriendo un espacio desconocido de aventura.
Allí donde es más difícil, cada mensaje es un milagro, y las miradas no son sino expresiones de contenido oculto.
Las palabras se instalan, casi como un juego de azar, en aquellos momentos de aspereza y debate pasional.
Corren, se deslizan y fluyen en un éter de evocación.
De tal forma, cada evento otorga un sentido y misión a las responsables de transportar ideas, expresiones y contenidos..
El misterio se expande al esperar una sentencia, entonces las palabras son símbolos de liberación o condena..
Todo en un momento, un sólo espacio alberga al universo.
Así, en una despedida se transforman en un dulce que neutraliza la amargura del olvido...
Filosas espadas cuando la ira o malestar inunda nuestra existencia, para derivar en conflicto.
También una suerte de vendaje que contiene la herida que nos desgarra.
De tantas formas se articulan, que en este mismo instante, siento que ellas toman vida para transcribir algo que me supera, y en un simple acto, me transforma en lector atento de aquello que se revela ante mis ojos..
Un telar dotado de autonomía que va tejiendo un extenso manto de versos y frases entrelazadas, las cuales cubren más allá del mismo momento..
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