jueves, 9 de julio de 2009
Un día Después
Unos leves pasos rompieron con el silencio imperante en aquél departamento del sector oriente. Entonces casi apenas, una delgada silueta femenina se deslizó tambaleante ante el espejo del baño, reiterando una escena mil veces registrada en su corto historial.
Una mirada perdida, sempiterna y desencajada que evidenciaba los excesos de la noche anterior fueron a su encuentro. Las huellas de sus andanzas reflejaban en el espejo con acento revelador el costo de aquel carrete; ojeras, palidez y desencanto con una suerte de conjura que no podía obviarse sin más….
Frente a si misma en aquél instante, la joven mujer enfrentaba esa imagen que nos señala que el ayer escurridizo y cargado de ilusiones, había caducado su contrato para dar paso al hoy concreto de los hechos, de la materialización, en fin de los efectos irrevocables de sus actos.
Intentó recordar lo ocurrido y aunque su esfuerzo era reconocible y sincero no pudo lidiar con la entramada galería de eventos difusos que brotaban sin llevarle a ningún lado. Por un momento, Miró por la ventana y se fijó en una pareja de niños que corrían tras un perro por el parque. Entonces recordó sin más, los días aún frescos en su recuerdo cuando acompañaba a sus padres en largas caminatas antes de abandonar el hogar de origen junto a su entrañable afecto, para ir a compartir un departamento con compañeras de universidad. Ese recuerdo aún visible ante la evocación, le hizo detenerse por un instante y apelar a un espacio de nostalgia aún marcado por la distancia.
En tanto, el día corría, avanzaba con un vigor que ella al menos no podía compartir, al menos hoy no, mucho menos después de haber consumido ese cóctel de alcohol y drogas del que aún era prisionera. Dejó de lado la cortina y nuevamente en su espacio se encontró con la imagen insistente del espejo, sin saber que hacer, en un acto instintivo evitó el reencuentro con esa inconfortable imagen que se presentaba ante ella y que revelaba la cara poco amistosa de sus actividades.
Detenida, perpleja sin atisbar respuesta soltó una exclamación y luego inició el retorno a su habitación.
El reloj marcaba las 13:30 horas. –Aún es muy temprano- expresó, para luego proseguir a través de un pasillo oscuro, como los recuerdos que pugnaban por emerger y que sin embargo no lograba esclarecer su memoria. Tal como la sombra arrebatadora de sucesos, había extraído su propio espacio de luz, llevándo a Andrea a una existencia lúgubre la noche anterior, en un encuentro de excesos de alcohol, drogas y sexo.
-Demasiado para mi-, reiteró, luego prosiguió en su procesión y con ello la luz del ambiente fue extinguiéndose paulatinamente mientras se alejaba y asimismo cualquier intento por escapar de esa rutina que le era cada vez más familiar, cercana y posesiva.
A lo lejos se escuchaban los ecos del ruido engendrado por la ciudad, mezcla variada de los sonidos naturales y artificiales que brotaban sin cesar, como las propias vidas que transitan por allí. Indiferente a dicha actividad, Andrea optó por sumergirse en su cama no sin antes consumir la última dosis de droga que había guardado para sí. Satisfecha, cerró los ojos y musitando palabras incoherentes se sumergió en su espacio de refugio y evasión.
Nuevamente el silencio se apoderó del entorno, acallando cualquier manifestación de vitalidad o quiebre en ese mundo construido a la semejanza de sus moradoras.
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