Habitualmente utilizamos dicha frase al constatar que; pese al esfuerzo no logramos avanzar, más bien repetimos ciertos ciclos y etapas para volver ineludiblemente al mismo punto de partida. Este claro ejemplo de lo que puede ser el extravío en algún área que desconocemos es también aplicable a la vida cotidiana.
En efecto ¿Cuántas veces no somos objeto de este caminar en círculos?, ¿Cuántas promesas, intentos o intenciones?, que sólo quedan en simples planes, que luego se diluyen y nuevamente retornamos por donde habíamos comenzado.
Resulta significativo además entender que al caminar de alguna forma avanzamos, pero no llegamos a ningún nuevo destino, por tanto si bien no estamos estancados del todo, tampoco logramos un cambio que permita trasladarnos a una nueva etapa de nuestras vidas.
En efecto ¿Cuántas veces no somos objeto de este caminar en círculos?, ¿Cuántas promesas, intentos o intenciones?, que sólo quedan en simples planes, que luego se diluyen y nuevamente retornamos por donde habíamos comenzado.
Resulta significativo además entender que al caminar de alguna forma avanzamos, pero no llegamos a ningún nuevo destino, por tanto si bien no estamos estancados del todo, tampoco logramos un cambio que permita trasladarnos a una nueva etapa de nuestras vidas.
Caminar en círculos es repetir una historia conocida, es carecer de orientación para trazar nuevas rutas y asimismo es la negación a nuestra evolución.
Al avanzar en círculos creamos la ilusión del cambio, la apariencia de la mejoría del enmendar rumbo. No obstante, al final del día no tendremos dudas en señalar cual Eclesiastés: “Nihil Novum Sub Sole”.
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