lunes, 29 de noviembre de 2010
Amigo Imaginario
Con frecuencia oímos de niños que suelen sostener diálogos con amigos Imaginarios, el rótulo da para mucho y así es posible incorporar opiniones desde la perspectiva que enfatiza en la imaginación hasta presumibles seres provenientes de un espacio paralelo ajenos a la percepción de los adultos.
Lo cierto es que nunca tuve amigo imaginario, ni de aquellos creados por la fantasía infantil ni de los otros. He intentado rebobinar mi película de la vida y a lo más que he llegado, es a mí supuesto avistamiento de rinocerontes (según yo) durante un viaje en tren con mi padre en una suerte de planicie, era un niño de cuatro años y cuatro meses, asumo que pude haber equivocado mi apreciación, pero en fin es mi pequeño tesoro.
He cavilado al respecto y finalmente puedo sentenciar que mis amigos eran de carne y hueso, amigos, primos, primas una realidad tejida de comunidad y de compañía durante tardes, fines de semana y vacaciones que poblaban mi existencia como niño. Era un mundo construido desde nuestra dimensión con arranques de imaginación sin embargo siempre con contrapartes humanas inundadas de bromas, disputas y aventuras infantiles que respaldaban nuestra vivencia.
Juegos variados, hoy en extinción como: “El pillarse”, “La Pinta”, “Pacos y ladrones”, “El Paso”, “Caballito de Bronce”, “Las Naciones”, las infaltables “pichangas” y tantos otros juegos que adornaban nuestra vida diaria hilvanaban un quehacer de permanente actividad (pienso en los niños de hoy) que permitía mantener una condición de vitalidad, sociabilidad y amistad esencial para ese mañana lejano para nosotros que representaba el mundo juvenil. En realidad todo parecía lejano, una semana sería como un mes de hoy y un mes casi un semestre, viendo las cosas de esa manera parecíamos tener todo el tiempo del mundo para divertirnos, estudiar y en realidad nos sobraba ese bien tan escaso del presente que hasta podíamos regalarlo a los abuelos, tías en tardes de visita.
Intento imaginar ese mundo y al observar el presente veo hijos solos, viviendas herméticas sin conexión, familias menguadas y muchos ancianos desterrados entonces considero que hoy realmente comienza a justificarse ese amigo imaginario, no sólo para los niños sino para adultos que temerosos no salen de sus hogares.
Medito en cuantas personas siguen a los personajes de televisión como verdaderos amigos, he sido testigo de cómo se refieren a animadores u animadoras en diminutivo y con cariño o de que forma en comidas o almuerzos estos personajes son mencionados en referencias variadas que van desde la ropa que usa o con quién pololea, como si ellos fuesen parte de la familia o de los amigos.
Al parecer estamos más solos, con menos redes familiares, aislados en un temor e inmovilismo que nos consume, sumado a eso cuando podemos conversar se interpone una pantalla gigante que parece ser prioridad de ver y escuchar antes del diálogo de antaño.
Ensimismados, solitarios y con una fijación hacia la televisión no resulta raro comenzar a pensar que hay un “otro” que es mi amigo, aunque ese otro no sea sino una proyección al estilo de la Invención de Morel y nosotros hallamos decretado vivir en esta isla sin retorno que resulta ser la soledad……….
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