lunes, 7 de febrero de 2011

La Hilacha


Fin de semana, viaje por la carretera, tiempo agradable, paisaje copioso de campos plantados con verdes arboledas y la inigualable cadena de macizos cordilleranos que rodean nuestro país como telón de fondo.....


Todo marcha según lo programado, ningún aspecto parece obstaculizar el disfrute del ambiente, salvo un acto que observo en el vehículo que marcha adelante mío, una camioneta moderna, de última generación en un instante abre su ventana de forma automática y de allí salen expulsados bolsas y otros restos de enseres comestibles.

El avance, me permite observar el borde de la ruta y puedo constatar restos de otros "lanzamientos" por parte de viajeros anteriores a mi paso.

Una ruta moderna junto a campos de hermosa naturaleza y sin embargo nada impide el actuar de desalmados e inconcientes que simplemente consideran que todo aquello es una suerte de vertedero, de gran basural para su uso sin restricción.

¿Qué refleja aquella conducta?; simplemente que podemos ostentar modernas autopistas, con plazas de peaje, cobro automático, automóviles impecables más eso es solamente la capa superficial que no logra penetrar a la cultura de quienes usufructan de estos bienes, pues a la primera oportunidad literalmente nos encargamos de "mostrar la hilacha".

De otro modo como entender la brecha abismal entre el acto de ostentar dicha infraestructura como sociedad supuestamente "moderna" y por otro lado evidenciar conductas sin ningún tipo de responsabilidad, propias de mentes precarias y desvinculadas de su propio entorno.

A este este tipo de actos se suman otras "joyitas" muy propias de nuestra cultura nacional y que me vienen a la memoria tales como: el abandono de mascotas en caminos periféricos, la transformación de playas en vertederos , el arrojo de chicles y colillas en calles sumado a grafittis, rayados y el vandalismo consuetudinario y crónico en estadios, vías públicas e inmuebles variados...

Pareciese que poseemos una inclinación natural hacia la destrucción, afeamiento y devastación del entorno sin más.

Tal vez sentimos que eso no nos pertenece y "otros" deben cuidar tales instalaciones o asimismo aún sabiendo que es parte de nuestra propiedad "pública" sentimos como ajeno tanta belleza, quizás experimentamos una suerte de conflicto que nos empuja a destruir, corromper y deteriorar nuestro entorno. De allí a constatar la ligazón de dichos actos en nuestra propia vida personal queda sólo un paso y por tanto las expectativas debiesen ser más moderadas y no pretender cambiar sólo de apariencia sino desde nosotros.

Pues bien dice el dicho :" Aunque la Mona se vista de Seda, Mona queda".........

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