Esta breve pregunta derivada del latín retumba permanentemente en nuestra atmósfera, nos inquieta y demanda una posición más allá de la ambivalencia o del desprendimiento, asumir una opinión diría alguien comprometido ante cierto tema
¿Adonde vas?, parece ser una pregunta perenne, difícil de borrar de nuestra experiencia, una interrogación que adquiere mayor sentido cada vez que el existencialismo nihilista se impone en nuestra vidas o simplemente cuando la razón última que nos guiaba se pierde y con ello nuestra capacidad de trascender la vertiente materialista de los hechos.
Si consideramos nuestra vida como un viaje, en este debemos considera los elementos y enseñanzas elementales de todo explorador. ¿Conocemos los puntos cardinales de nuestro periplo?, ¿sabemos nuestra meta?.
Así nos encontramos con la novela homónima de Henryk Sienkiwicz, que nos instala en la decadente Roma imperial y muestra el extravío de las costumbres de los romanos ante la fortaleza de la emergente fe cristiana.
Por otro lado Víctor Frankl, en su libro “El hombre en busca de Sentido” nos recuerda dicho aspecto desde la vivencia práctica de quién al enfrentar una experiencia traumática descubre que el mantenerse activo y con un cierto fin le permitió enfrentar y superar de manera exitosa el encarcelamiento en un campo de concentración. De allí emanó su Logoterapia basada en la búsqueda de aquella motivación perdida que nos permita retomar el rumbo de nuestras propias vidas, de nuestra existencia con sentido.
Lo cierto es que rara vez encontramos certezas y más bien mucha incertidumbre, desconocimiento e impulso sin dirección. Por ello, este sinceramiento con nosotros mismos permitirá que emane una respuesta desde nosotros.
Los tiempos no ayudan, eso lo observamos a diario, somos simples espectadores sin claridad, las familias se han atemorizado o más bien evitan asumir responsabilidades ante sus hijos y estos se encuentran más cercanos de Internet que a la voz de afecto y diálogo de alguien cercano.
Todo pareciese ser legítimo, sin embargo las enfermedades vinculadas con nuestra autodestrucción aumentan; depresión, suicidio, consumo de alcohol y drogas.
Por esto la pregunta ¿Adonde vas?, tiene una pertinencia actual y difícil de alejar de nuestra existencia.
¿Adonde vas?, parece ser una pregunta perenne, difícil de borrar de nuestra experiencia, una interrogación que adquiere mayor sentido cada vez que el existencialismo nihilista se impone en nuestra vidas o simplemente cuando la razón última que nos guiaba se pierde y con ello nuestra capacidad de trascender la vertiente materialista de los hechos.
Si consideramos nuestra vida como un viaje, en este debemos considera los elementos y enseñanzas elementales de todo explorador. ¿Conocemos los puntos cardinales de nuestro periplo?, ¿sabemos nuestra meta?.
Así nos encontramos con la novela homónima de Henryk Sienkiwicz, que nos instala en la decadente Roma imperial y muestra el extravío de las costumbres de los romanos ante la fortaleza de la emergente fe cristiana.
Por otro lado Víctor Frankl, en su libro “El hombre en busca de Sentido” nos recuerda dicho aspecto desde la vivencia práctica de quién al enfrentar una experiencia traumática descubre que el mantenerse activo y con un cierto fin le permitió enfrentar y superar de manera exitosa el encarcelamiento en un campo de concentración. De allí emanó su Logoterapia basada en la búsqueda de aquella motivación perdida que nos permita retomar el rumbo de nuestras propias vidas, de nuestra existencia con sentido.
Lo cierto es que rara vez encontramos certezas y más bien mucha incertidumbre, desconocimiento e impulso sin dirección. Por ello, este sinceramiento con nosotros mismos permitirá que emane una respuesta desde nosotros.
Los tiempos no ayudan, eso lo observamos a diario, somos simples espectadores sin claridad, las familias se han atemorizado o más bien evitan asumir responsabilidades ante sus hijos y estos se encuentran más cercanos de Internet que a la voz de afecto y diálogo de alguien cercano.
Todo pareciese ser legítimo, sin embargo las enfermedades vinculadas con nuestra autodestrucción aumentan; depresión, suicidio, consumo de alcohol y drogas.
Por esto la pregunta ¿Adonde vas?, tiene una pertinencia actual y difícil de alejar de nuestra existencia.
En la vida diaria existe un correlato con la expresión; ¿Adonde va la micro?, con esta expresión se nos plantea respecto al destino del viaje que aludíamos previamente una forma de entendernos y saber que tenemos una opinión, un sentido que aunque difuso puede emerger desde nuestro interior.
En realidad sabemos, aunque lo ignoramos y si nos aventuramos a pensar en lo que buscamos con sinceridad, en cómo podríamos ayudar, aportar, colaborar o simplemente emprender un desafío la respuesta a; ¿Quo Vadis?, podría florecer con esfuerzo, pues un viejo dicho señala que incluso la flor más excelsa de Loto emerge de un pantano.
En realidad sabemos, aunque lo ignoramos y si nos aventuramos a pensar en lo que buscamos con sinceridad, en cómo podríamos ayudar, aportar, colaborar o simplemente emprender un desafío la respuesta a; ¿Quo Vadis?, podría florecer con esfuerzo, pues un viejo dicho señala que incluso la flor más excelsa de Loto emerge de un pantano.
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