-Rosebud- Es la enigmática palabra que surge de los labios del multimillonario Charles Foster Kane (Citizen Kane) en su última hora.
El potentado se encuentra al interior de su fastuosa mansión llamada Xanadú, en una inmensa y abismal sala de dormitorio que asemeja una cápsula en la cual la soledad lo ha terminado de consumir.
Curiosamente, en la hora señalada, junto con el eco de su mensaje el magnate deja caer al suelo una bola de cristal que guarda una pequeña casa (quizás la metáfora de su mundo) y que al moverla da la impresión de nevazón, un juego. Luego, un recuerdo que despierta de la mente perdida en medio de un conjunto de historias y la palabra que emana…
Esta palabra es la que acrecienta la curiosidad formando un velo de misterio luego de la muerte de su emisor, entonces las especulaciones corren y pronto se inicia una investigación periodística al respecto.
¿Qué podría significar esta críptica palabra?, sobre eso y la vida del personaje transcurre gran parte de la película de 1941.
Muchas hipótesis se han labrado fuera del mismo evento de la película, cada una de ellas con su propio sustento. Más la idea conceptual del último suspiro ronda en la presentación, ese halito que se fuga del cuerpo y desde allí emana la palabra. ¿Acaso una conjura o anhelo?, difícil de saber. Aunque es sabido que algunos pueblos cuentan con rituales en ciertos momentos decisivos (la muerte incluida), con mantras, fuentes de invocación y evocación.
-Una palabra antes de morir-, no es algo banal ni mucho menos su significado, pues quizás es en dicho momento de acercamiento hacia la muerte en donde palpamos de manera consistente nuestra finitud, esa cualidad que nos ha acompañado desde el día en que nacimos y que por diversas razones hemos intentado hacer a un lado obcecadamente como un visitante molesto.
En efecto, la mortalidad potencial que forma parte de nosotros se actualiza hasta consumarse y es en dicho tránsito donde logramos esclarecer lo significativo de lo intrascendente.
Así, la naturaleza enraizada de nuestro ser se expresa en su verdadera faz, con ese mensaje que sólo el viajero a punto de llegar a puerto logra entender a cabalidad. Pues por más que hayamos intentado evadir e incluso ilusoriamente pensar en una idea de inmortalidad (caso de Dorian Gray, por ejemplo) sea de la raigambre que sea, en la hora postrera esta se esfuma como la espuma en una tarde de mar.
Principio y fin confinados en nuestro cuerpo, el microuniverso de tiempo entregado, donado y que en un instante ha de consumarse hace que en la hora señera todo aparezca ante sí como una suerte de revelación. Es en ese instante en que nuestra vida nos recorre, nos repasa y donde con mayor o menor cordura aquilatamos cada evento desde una óptica que bien podríamos pensar trascendente.
Lo que se dice entonces tiene que ver con un sinceramiento que hermana a los hombres en esa experiencia compartida y que implica otorgar una significación sin miramientos ni conveniencias respecto a nuestra vivencia.
La película transita en la historia, desarrollo y proceso del protagonista, dando saltos y coqueteos con el triunfalismo propio de quién ha escalado una larga y extensa jornada. Desde los inicios en las montañas junto a su familia, el momento de la separación bajo los cuidados de un tutor, estudios, emprendimiento y hasta la disputa por una gobernación. Todo ello se va desmoronando paso a paso hasta llegar a la soledad en su mansión de Xanadú.
Una fantasía atrapada en tierra de la realidad, un sueño de anhelos que representa la grandiosidad altisonante y coherente con el ego del sujeto que lidera a un imperio de las comunicaciones.
Todo ello, sin embargo se torna estéril en el momento decidido por el destino para partir, es entonces que surge ante la vista del espectador la imagen moribunda del antaño poderoso, quién pronuncia y lanza la palabra señalada….
Al final de la película, se ve que el periodista a cargo de indagar sobre el caso, renuncia a la investigación luego de intentar fallidamente sobornar al mayordomo de la mansión. Acto seguido el mismo espectador, logra ver que los empleados proceden a quemar algunos artefactos de propiedad del fallecido y entre ellos se observa con detalle un pequeño trineo que en su reverso lleva el nombre de Rosebud….
Mero recuerdo, añoranza, devenir o simple expresión de simpleza al estilo de los cínicos que sólo emerge al final, la palabra ronda y prosigue su curso dejando un campo abierto para reflexionar respecto a su sentido más profundo.