Las lomas, doradas durante en el día, ahora mutan a un color marrón
El calor aún agobia, aunque pronto dará paso al frío
Ambas temperaturas igualmente extremas y letales. Casi como una sentencia de vida o muerte.
Arriba un cielo límpido, tapizado por constelaciones, de pronto se transforma.
Corren entre el azul escenario, cientos de estrellas refulgentes
Se asimilan a luciérnagas, en una suerte de enjambre
Marchan destellando rumbo a la vieja ciudad
-La vista no logra apreciar la naturaleza de estas centellas resplandecientes-
Más, a medida que se alejan y se acercan a la ciudad parecieran danzar
Describiendo movimientos elípticos y sinuosos
De pronto, es posible observar como otros enjambres ascienden a su encuentro
Ya no es sólo una marcha unidereccional, sino bidireccional
Ascendente y descendente.
De tal forma, ambos enjambres se encuentran, destellan y estallan
Ahora parece una fiesta, una celebración de fuegos de artificio
Una danza de máxima sutileza, donde se encuentran los mundos
-Me imagino lo que piensan los residentes de la vieja ciudad-
- Aunque no logro calibrar la magnitud-
- Por mientras, acá en el desierto, todo es simbolismo-
Luces, fuego en el cielo y uno que otro estallido
A lo lejos, una ilusión, de cerca, posiblemente un cruda realidad
La vida y la muerte, se disfrazan de algarabía, gritos, luces y centellas
Esta noche, los chacales no han aullado
El frío ha calado los huesos, aunque su dolor ha sido omitido por las luminarias
Ni una ventisca a la vista
Alumbra el gran disco y comienza su ascenso
Las estrellas de lado y lado, han desaparecido, aunque presiento que volverán
Pues son el grito conmovedor del hombre aspirando a ser deidad
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