Los sueños evocan experiencias,
vidas y memorias de otros tiempos. Instantes de nuestra realidad e imaginación, entretejidos en el fino hilo de nuestra conciencia, que permite reconocer que
los recuerdos son ineludiblemente parte de nuestra existencia…..
De tal forma es posible delinear historias que emergen sin más- cual flor en el desierto- como
aquella durante la sexta noche del
mes, donde la luna se mostraba luminosa y presente de tal forma significativa que permitió que la simple mirada se transmutara en un verdadero
observatorio. En efecto, como en pocas oportunidades el escrutinio permitió
aquilatar cada detalle con un énfasis particular en el presente.
-Ella-, simplemente se animó a destacar la esfera de argento con su índice
en medio de los árboles resaltados por
la luminosa esfera, como señalando un designio que solamente ahora venía
a recordar.
El espacio se presentaba
calmo, una verdadera interpelación del silencio en medio de esa figura
suspendida en el horizonte infinito, como una señal de resguardo en
medio de la marcha de nuestras vidas.
Su mirada sigilosa, luego dio paso a la suave reflexión, la respiración
pausada y finalmente al sueño, ese sueño que envuelve y retrotrae a un universo
de dimensiones inescrutables, en donde simplemente se puede acariciar la realidad como una sutil seda, sin llegar a capturarla
jamás del todo.- ¿Acaso lo hacemos estando despiertos?-. En fin, caminando en
medio de esa estepa ocurrió que nuevamente se presentó la luna aunque con mayor destello y poder,
era una manifestación de notoria invitación que asimismo se encontraba bajo el
velo de un cielo entrecerrado, pues llovía con un ritmo ascendente. Eso vino a
saberlo cuando sintió primero los golpes de las gotas en el techo y
posteriormente en el piso, las ventanas y cada espacio del hogar junto a ese eco inconfundible de
armonía que acompaña la composición de dicho proceso, cual orquesta guiada por
invisibles manos.
Esa sensación trajo nuevamente la oportunidad de transitar en dimensiones
inesperadas, de esta manera sin pensarlo se lanzó afuera, a caminar, transitar
y sentir la lluvia en su cuerpo mientras recorría los trazados de la calle sin
saber ni importarle adonde se dirigía. Por momentos olía el aire, con ese
frescor que sólo trae la limpieza renovadora del agua caída en pequeñas gotas
mancomunadas en la belleza de la lluvia. Luego simplemente dejaba que sus manos jugaran con el líquido elixir y
lanzaba algarabías por reencontrarse con ese escenario que le evocaba su
pertenencia a lejanas comarcas donde el frío y la lluvia acostumbraban
asentarse por largo tiempo.
Miró un instante la acera y pudo
observar como el agua corría fluidamente
conducida rumbo abajo en una suerte de acueducto ocasional, que permitía
admirar toda la fuerza desplegada por la unidad de cada gota transmutada en un
verdadero río. Le agradó sentir esa sensación de mancomunidad y pensó en la
capacidad de transformación de cada pequeña partícula y asimismo en la
renovación del momento.
La cara de la ciudad era lavada con afanosa laboriosidad y de esta forma
renacía un nuevo rostro bajo la máscara de polvo y hollín. –Sonrío,mientras
proseguía su caminata- El viento golpeaba con fuerza mientras el sueño la
adentraba a esa fase de necesaria tranquilidad, pues nada de aquello le era
extraño o ajeno, por el contrario se podría decir que esa era una parte recuperada de su
vida y de esa manera volvió a observar la Luna llena que resplandecía con mayor intensidad, en esa entrañable noche de revelaciones…….
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