jueves, 12 de junio de 2014

Llueve en Chile

Llueve en Chile, aparece de pronto en medio de la sequía, el recurso que calmará la sed del anhelo de agua perdida, extraviada y a veces hurtada.

Llora el cielo, las nubes preñadas  abren sus vientres para deslizar la savia bendita, el maná real que abre el instante, en ahora de posibilidades...

Las manos alzadas son lavadas, los rostros añosos son humedecidos y los labios se preparan para besar; besan las madres, los amantes, los niños en sus juegos y las bestias en su pasar de un lugar a otro.

Cae entonces la semilla para dormir
Tan sólo, por un tiempo
Más tarde el desierto de Atacama cubrirá con su manto la aparente aridez, con la enigmática  Flor eterna del desierto..

-No esta muerto, sólo duerme-. Dijo  el avatar de oriente que un día esparció su mensaje
Más allá de las fronteras, caminará también Sidarta en el tránsito permanente, trascendiendo anhelos y esperas en el tiempo.

Llueve en Chile, los corazones deseosos de un camino, se lanzan a la aventura, mientras en las quebradas de Valparaíso otros tantos lidian en el día a día.

Hermanados con el Norte heroíco, los ecos de Arica, Iquique, Socaire, Alto Hospicio, Pozo al Monte, Tocopilla y tantos otros resuenan unidos en la adversidad

También canta el sur la melodía más hermosa; mezcla de silencio y eternidad
Allí están Chaitén, Coyhaique, Puerto Natales, Punta Arenas, Melipeuco, Alto Bío Bío y Lonquimay
Así el agua se transmuta y esparce a lo largo de nuestra silueta
Agua, nieve, hielo, gas
Cada cual en su momento impele el mensaje de su designio

Resuena el viento, las gotas se acoplan para sumergirse en  nuestra tierra
Vuela el ave, la niebla no permite maniobras antojadizas, más la valentía nos mandata
Pronto, muy pronto descubrirás quién eres, tú que anhelas respuestas
Escucha el silencio, inicia tu propio viaje
Recorre el extenso designio de la ruta milenaria
Con la columna de gigantes andinos que custodian nuestra travesía
Muchas hablarán, más no repares en tu camino
El gran océano y los macizos marcan el devenir de nuestro proceso
Uno es la conexión con la frontera del amplio germen de extensión
El otro, parámetro de la marca ancestral desde donde se almacenan las historias de aventuras internas
Llueve en Chile, así se une cielo y tierra, para fecundar cada rincón del espacio vital
Trayendo nuevos desafíos y senderos que emprender
-Escucha la voz del silencio- ungida en noble esencia que hoy te baña

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