lunes, 2 de junio de 2014

Travesía II

Alzó su mano el viajero, como realizando una señal. La pregunta era; - ¿A quién?-, pues nada quedaba en aquél campo, nada asimismo se oía, ni mucho menos nada parecía existir en ese lugar.

Sin embargo, el viajero alzó sus brazos con solemnidad, agitándolos en un signo críptico, luego procedió a mirar fijamente el horizonte y reír. -Sí-, ese acto se desprendió como una acción que replegaba a cualquier evento de tragedia.

El viajero no estaba para dramas, sencillamente no había nacido para lamentos, ni mucho menos para ser víctima, ese afán milenario de padecer y mostrarse vulnerable como una automutilación; plaga psicológica y existencial que nos rodea e impregna. No era ese su sello, ni menos su sentido, de aquello no había duda....

-El ,simplemente era el caminante-, cada día era su propio universo y asimismo lo agradecía.

Sabía de perdidas, derrotas y asimismo conocía el delicado manjar de la satisfacción, triunfos y amores. Por ello, no pretendía uniformar su vida, con rutinas o convenciones de un  maníaco compulsivo. Si mañana llovía, bien, lo mismo si había frío o desbordaba el universo de calor. Los ciclos no los manejaba él, no obstante, los sabía reconocer, identificar, unir y atar a las íntimas causas de su estirpe...

Había entendido su lugar en el cosmos, y no vendría a desconocer el flujo de aquél, por más inventos o fundamentos que su estirpe hubiese creado.

-Río fuerte-, luego caminó, recordó como quién revisa una película y por ella desfilaron diversos mundos e instantes de su vida, unidos cada uno como una suerte de film. Así, cada cuadrícula enmarcaba los momentos , segundos de existencia vital, los  que hilvanados daban continuidad a esa memoria que cada uno lleva y que representaban meses, años, décadas, la vida simplemente....

Un largo y ampuloso film; la vida era eso, una sucesión de grabaciones, las que luego eran proyectadas cada vez que era necesario, las mismas que volvían en un rol de recuerdos, con facetas de ángeles o demonios en días postreros...

¿Donde estaban todos esos aromas o eventos?, el recuerdo era vital, una pieza clave que activaba la vivencia lejana y el presente. La unidad temporal del ayer inexacto con el hoy  de actualización constante. Nadie o más bien muy pocos había recapacitado en aquello, muchos habían menospreciado el significado de  los recuerdos. La mayoría de estos, seguidores de un stato-quo vano y vacío, condenado al olvido y fracaso....

El viajero caminó hacia un árbol que ofrecía resguardo. El ayer era algo lejano, para él apenas había un hoy, un sustantivo hoy, que por momentos ya era incluso pasado............



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