Día sábado, escucho
en la esquina de mi hogar gritos de aliento y algarabía. Me asomo y veo una verdadera marea
humana que va corriendo. Sólo entonces recuerdo que hoy se corre la Maratón de
Santiago, un verdadero evento y fiesta popular de todo aquél que practique el
correr o trote, de manera más o menos continua.
Observo con
detención este suceso deportivo de características masivas. El conjunto de
personas avanza de manera armónica, fluida y me hace recordar aquél concepto
que los japoneses definen como “muga”. Esto es, la conciencia plena del instante
presente, un ir avanzando sin abarcar más allá de cada paso.
En efecto, cada
corredor y corredora si bien forma parte del todo, marcha a su propio ritmo, en
su particular instante.
Edades diversas,
condición física variada, hombres, mujeres, habilidades distintas, corren sin otro motivo que
el que cada uno se ha definido. Algunos apostaran a los 5 k, otros a los 10 k y
una minoría irá por los 21 y 42 kilómetros. No obstante, están allí, jugando un
rol de partícipes. Me imagino un país, compuesto por una amplia diversidad, donde cada individuo aporta su dosis personal
respecto de un proyecto propio, sin embargo, encontrándose en un gran proyecto general, que es
justamente formadores de ese país, analogía en este caso de la gran Maratón de Santiago…
El deporte permite
asumir un desafío que nos interpela en lo más íntimo, y más aún aquél de
características individuales. De alguna manera nos invita a buscar lo mejor de nosotros, a ser sinceros y no excedernos, más tampoco rendirnos fácilmente y permitirnos
soñar con sano realismo. De alguna forma, eso me reflejaba el paso de los
corredores y corredoras, una sensación de búsqueda y construcción saludable,
vital, con visos épicos, no sólo para los deportistas destacados, sino para
muchas personas que con alguna dificultad se presentaron y dijeron : -Voy a
correr- sin pensar en limitaciones, ni ataduras mentales.
Vuelvo nuevamente a
la unidad de cuerpo y mente, a la síntesis, a la concepción Zen que busca
despejar pensamientos que nos esclavizan e impiden llegar a la iluminación o
Satori. De esta manera, lo que veo son voluntades que -juegan su propio juego y
a su vez constituyen el gran juego-. Cada gota forma el océano, de esa manera
valoramos a cada cual por como es y no como aparenta.
Prosigue la mañana,
la marea es ahora río, el río Heracliteano, aquél del cambio permanente, aquél
que nos recuerda que cada instante somos y no somos a la vez, cambiamos
ineludiblemente cambiamos paso a paso. “Cambia todo cambia”…..
Nuevamente se une mi reflexión del instante y cambio , con
el concepto oriental de transitoriedad.
Nuevas caras vienen
a animar a los corredores que van desfilando en un verde colorido, delineando
una columna serpenteante y algo disgregada a esta altura. Familiares, amigos y
amigas, novias y novios, apoyando esa acción valiosa que evoca al griego
Fidípides.
Corredores que no
necesariamente compiten con otros, sino consigo mismos, cada cual con la
perspectiva de anunciar su propio mensaje: -Hemos vencido en Maratón, en mi propia
Maratón-…….
La Maratón abre
espacios, une, retrata el espíritu que algunos sólo ven en la plaza pública.
Quizás por lo silenciosa, no genera mayores noticias, aunque hoy igualmente se le
ha dado una cobertura significativa (amén de los reclamos de automovilistas furiosos y otros).
El deporte, el
verdadero deporte tiene que ver con superación, desarrollo, juego; -Homo Ludens-,
en interacción con otros, participando, siguiendo reglas, respetando al otro, que no es verdaderamente otro ajeno, sino un par. De tal forma, aquí no tienen cabida violencia, reyertas ni menos personajes
que capturan el alma del deporte. Aquí cada cual es un actor protagónico, un
personaje clave de su historia y la historia en común, aquella que nos une y
ata con el ser nacional, con nuestra alma colectiva de país….
No dudo que en las
condiciones actuales Chile requiere un espíritu similar al de los maratonistas que vi correr y competir el día
sábado. No dudo tampoco en asumir que la necesaria meta nacional debe tener una gran
dosis de compartir, respetar y trabajar conjuntamente, y asimismo validar la
individualidad de cada cual, sin marginar, sin pretextos hegemónicos.
Asimismo, no dudo
que los ciudadanos de un país deben prescindir de violencia para expresar lo
que legítimamente creen, y más bien apostar por la legalidad que nos hemos
dado, en este gran juego de ser parte de Chile.
Por eso mismo, no
dudo en creer que esa misma legalidad se asimila a las reglas del juego y que un
deportista honesto honra y respeta. Burlar las reglas, simular, engañar, es más bien muestra del antideportista. Eso también debe ser recordado para nuestra sociedad, pues cuando algunos oportunistas intentan
vulnerar y engañar las reglas, todo se estropea y terminamos como estamos..
¿Seremos capaces de correr esta Maratón Nacional?.....
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