Nacen de nuestro universo sombrío, tu los recibes y quizás hasta los invitas.
Ellos danzan desenfrenadamente, moviendo sus caderas en ritmos oscilantes.
Sus cánticos, algarabías y malestar corroen la anhelada paz.
Mientras, sus gritos alteran tu conciencia hasta agobiarte.
Sin descanso, ininterrumpidamente, día y noche.
Como una proyección sin fin , que instala una imagen indeleble ante tu existencia.
Entonces dentro del silente escenario, la oscura noche se apodera de tu calmo espacio.
-Piensas obsesivamente durante cada hora- intentando huir de este tormento.
¡Más no hay respuesta!, -Que indeseable resulta esta visita-
Hasta que un día cualquiera, dejas de escapar, y miras directamente a cada uno de ellos.
Los contemplas, con una inspiración de lucidez, y develas su propia vulnerabilidad
Asumes con serena calma; - Que eres tu mismo-, quién impulsa esa alegoría fantasmagórica
Te sientas, respiras con tranquilidad, como recordando un suave manantial que emerge desde las
profundidades.
Observas el Horizonte, la vista en el celeste espacio, el ave que trasciende y el océano que murmura
Luego, sin más, dejas ir, uno a uno, esos temores de tu mente, permitiendo el tránsito;
-Al aquí y ahora-
Entiendes que tu los has alimentado y dejado crecer a cada uno de ellos
Sin ti, no existen, simplemente son ilusión vana
Por tanto, sonríes, has abierto tu mano al viento y este ha pasado
Limpiando tu corazón y cuerpo
Una voz sususurra; Transitoriedad, cada instante, cada día; nuestro universo....
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