Hace mucho tiempo atrás, fui un vengador
Una suerte de Samurái guerrero contra el mal
Enarbolé la espada por mi causa
Pasaron muchos años y otros me siguieron
Tuvieron otros nombres: Cruzados, Ninjas, Pretorianos
También Inquisidores
Hasta que un buen día, decidí dejar las armas
Abandonar la fuerza
Y seguir la voz de la paz que latía aún en mi interior
Caminé por senderos diversos, peregriné a ciudades santas
Medité en medio de la nada, trascendiendo la última verdad
Convencí a muchos, y juntos caminamos en una travesía de redención
Pensé que la humanidad cambiaba
Albergue la ilusión del amor universal y resonaron los predicamentos de humanidad
Me sentí feliz, quizás como nunca
Sin embargo, al poco andar, los hijos del fuego trajeron la destrucción a mi tierra
Alzaron la violencia en el más alto pedestal
Y saquearon como los barbaros de otras épocas la vieja ciudad
Hoy asolan la comarca, asesinan, amenazan e imponen su barbarie
Recordé entonces el adagio de siglos que señala: "Nihil Novum Sub Sole"
Por más que te esfuerces, la piedra rodará nuevamente cuesta abajo Sísifo
Como el libertador señaló en sus últimos días: "He arado en el mar"
Entonces comprendí que caminar en la vida es como navegar en mares bravíos
Que los días soleados deben valorarse
Que las islas de Paz deben ser custodiadas y defendidas
Que amar es un deber humano, junto con la defensa del orden
De tal forma nací de nuevo
Reconociendo nuestra naturaleza y asumiendo el deber de guardián y predicador
La pasividad eterna nos llevará a la destrucción
Tal como la acción obsesiva
Un nuevo ciclo se alza
la luna llena lo confirma
Y una nueva jornada se inicia
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