Aysén

En silencio sigo la huella del camino señalado Mi paso es lento entre los pedregales y angosturas El valle tapizado de una capa albina Espesa franja de nieve que acrecienta el frío Animales buscando refugio y alimento Un cielo límpido y de intenso color azul Recuerdan la belleza del paisaje Minutos y horas se apilan en mi bitácora Sin encontrar respuesta a mi búsqueda La inmensidad supera lo esperado Entre montículos de la huella dejada por la tormenta Emergen una tras otra, las milenarias araucarias Testimonio de la presencia superior en esas tierras Más allá del tiempo humano, están esas columnas de verdor El aliento se torna aún más frío, las manos se adormecen No aparece ningún habitante hacia el horizonte visible La búsqueda continúa en medio de la nada A lo lejos, disfrazada de enigma se presenta nuestro objetivo Una vivienda de madera, que aparece entre rayos de sol perdidos Casi como el manantial milagroso en el desierto Allí está la casa de los desconocidos habitantes de nuestra tierra Anónimos de la multitudinaria masa de la lejana ciudad Más allí viven los que no renuncian a su propósito Arraigándose a la vida en cada instante Agradeciendo y laborando en la adversidad en carnada por el medio agreste Más como un extraño sortilegio, terminan consagrando su existencia Por ella, la Tierra de nuestra patria Una mujer vestida de los colores de fuerza, tesón y coraje Empuja un carro hacia un galpón Atrás su compañero la observa ensimismado El encuentro de siempre, la continuidad de la historia El Mito de cuantas como ella, revive en esta gélida tarde Nos saluda y sonríe sin amilanarse Es su naturaleza de fuerza superior, que abriga nuestra esperanza En medio de esta tarde que ya marca el declive del día Así, en medio de este espacio somos invitados a recorrer El Hogar de nuestra anfitriona que carga consigo el destino Del misterio de este suelo, junto a los suyos que la acompañan Sin titubear ante lo que para nosotros era la inmensidad De la indómita estepa del sur