lunes, 11 de julio de 2011

Malestar Nacional

Se ha levantado un verdadero revuelo durante las últimas semanas respecto a la sensación de malestar en nuestra sociedad. Personajes diversos, académicos, líderes variados, medios de comunicación entre otros han literalmente lanzado sus apuestas y sus opiniones respecto a esta situación…

El tema efectivamente existe, no obstante la sobredimensión al respecto, ha sido una muestra más de la bipolaridad que nos afecta como país. La raíz es de larga data y tan antigua como el ser humano en el mundo, sin embargo pareciese que hasta ahora no hubiese existido o simplemente no le hubiésemos puesto la necesaria atención.

El Malestar que ha ido vertiéndose en nuestro país, es la representación de un sentir arrastrado desde bastante más tiempo del que lleva la actual administración. De hecho sentirnos mal es algo concomitante con la vida, así como el sentirse bien o confortable y que nos habla de la transitoriedad de nuestra existencia. Por esto, no tiendo a demonizar el malestar ni mucho menos me sorprende, pues ejerce un rol de alerta ante una situación que simplemente nos incomoda y que debiésemos buscar enmendar. Más bien , es la manera de enfrentarlo o procesarlo en donde se puede advertir una clara forma patológica de nuestra idiosincracia.

En este sentido, al observar el clima social uno percibe una atmósfera contaminada, como espesa bruma que arrastra a un espacio de malestar, es decir incomodidad o molestia hacia múltiples situaciones; la ciudad en si misma, el vecino, el tráfico, el trabajo, el equipo que pierde, las deudas existentes, prácticas abusivas de corporaciones, los políticos, transantiago, corrupción, delincuencia y en fin una larga estela de eventos de mayor o menor envergadura que se acarrean y arrastran desde bastante tiempo y que al igual que el smog han terminado en una suerte de alerta ambiental sólo cuando el colapso es manifiesto.

Lo cierto es que además de la antigua data, los focos del descontento son diversos y van desde la incomodidad consigo mismo, el entorno y los "otros" .

¿Hemos sido capaces de verbalizar o canalizar dichos conflictos?, lo cierto es que no y tal vez parcialmente.

Sólo ahora, es cuando esta "bronca" interna ha literalmente estallado y se evidencia el mismo fuego y gris que emana desde los volcanes acompañando a bastantes compatriotas en su diario vivir. El catalizador de esta ocasión ha sido en torno a las demandas estudiantiles, lo que ha generado un colapso en el ambiente bucólico de nuestros gobernantes y sus instituciones representativas que se han desgarrado en críticas y ataques junto a la búsqueda compulsiva de soluciones….

Tal evento ha generado una verdadera catarsis social que ha prolongado su permanencia por más tiempo del esperado y que ha traído a mi mente el recuerdo de aquellos resfríos porfiados que pareciesen arruinarnos y resistirse a dejarnos en paz. De tal forma la búsqueda de medicamentos aumenta proporcionalmente a los diagnósticos, opinantes y recetas.

Frente a un conjunto de problemas ( de años) el chivo expiatorio resulta ser paradojalmente quién lleva recién 1 año de gobernante versus la herencia de eventos dejados por sus antecesores, que si bien tuvieron muestras de resistencia no se equiparan a las del presente.


Al parecer nuestro sensor interno es demasiado amplio, sin graduación y por tal motivo la reacción deviene en forma extrema y sin intermedios (de esta forma pasamos de ser "jaguares" a simples "gatos de campo" según el juicio popular)


¿Algo nuevo en el horizonte? - me temo que muy poco-, salvo la forma novedosa de algunos protestantes los que han introducido una veta artística y mediatica a sus proclamas, honrando quizás la era de las comunicaciones y farándulas…

Sinceramente pienso que la intervención ante cualquier malestar requiere ser atendido con un sentido de rigor, responsabilidad, calidad, oportunidades, transparencia y excelencia (de todos) más allá del perfil estrambótico de quienes protestan o de los que lanzan las correspondientes propuestas. De lo contrario, tiendo a imaginar que la desazón y descontento como expresión crónica seguirá por mucho tiempo más, impidiendo abrir nuevas sendas de exploración en el desarrollo de nuestra comarca y claro- de nosotros- sus habitantes y moradores…

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