Entre ruidos de viento y el baño de una lluvia incipiente, se divisa apenas el sendero
Un largo río corre mas abajo
Zigzagueando por el valle, dejando su huella serpentina
Unos ladridos me alertan
Son tres lobos jóvenes que vagan solitarios
Dos de color negro y uno Blanco
Corro hacía el río, intentando perderlos de vista
Al mirar hacia atrás, veo que me siguen
Sus largas extremidades, les hacen su labor fácil
Delinean una danza grácil mientras avanzan, ladera abajo
Mi situación, no es similar, más bien es una danza de sobrevivencia
O al menos, así lo percibo.
Mis piernas se aceleran, aprovechando la pendiente favorable
Nuevamente observo, ellos simplemente corren
En un instante, salto hacia el agua y me dejo llevar
Uno a uno, mis perseguidores me imitan
Se aprecia claramente, que no poseen la experiencia
Entonces, su rol cambia
Lanzan aullidos, y se acercan
Sus patas parecen manos, los tomo y acerco a la orilla
Su tamaño no parece tan significativo
Sus cuerpos están flexionados hacia abajo, y su cola se mantiene recta
Ahora son otra cosa
Han devenido en compañeros de ruta
Me observan, y el primero de ellos de color negro y gris en sus patas
Se levanta y toma contacto, luego lo hacen los otros
Caigo extenuado, sólo siento la respiración de estos acompañantes
Al retomar la marcha, somo cuatro
El Valle ha quedado atrás, mi pasado ha quedado atrás, su manada se ha quedado atrás
Sólo queda ese futuro esquivo para nuestro camino de viajeros
Bajo una hermandad que hemos sellado, en la luna llena
En la zona del gran río serpiente y la estepa de animales diversos
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