martes, 29 de enero de 2019

La visión


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El tiempo cambiaba, algo extraño preocupaba a la tribu y en mi interior también...

Me dirigí la noche de luna llena, al pequeño monte. 

    Allí, junto con el mar de estrellas que decoraba el cielo, tomé la pipa ancestral y llamé al espíritu del árbol. 

     Su humo, me hizo avanzar en penumbras, hasta que de pronto me sentí transfigurado. 

     Tres lobos eran  mi proyección, ellos me acompañaban como guardianes en esa larga jornada.

     Dos Lobos Negros y uno Blanco, caminaban conmigo por el río, si bien el  curso era débil,  (como no lo era hace mucho) el paso era difícil, entre piedras, barro y ramas atrapadas como verdaderas trampas.

De pronto, los tres lobos encontraron al gran  Oso, en nuestro camino.

Un oso pardo, que mostraba sus filosos dientes y lanzaba sus zarpas como saetas letales. Más, ellos eran valientes y me defendían. Lucharon de manera hábil e inteligente, como ellos saben hacerlo.  Así, el oso acorralado por la valentía de los lobos, cedió terreno y se marchó.

Pronto nos alejamos del río, y  avanzamos por el campo, la dirección iba en el sentido de mi abuela (que yo había conocido de niño).

 El atajo de antaño, aparecía en mi memoria de ensoñación. Finalmente, me deslicé de la conciencia y no recuerdo más de lo sucedido.

Eso es todo lo que puedo contarles, que ocurrió aquella noche de luna llena, cuando las estrellas destellaban de manera intensa,  en el ciclo de verano, donde los animales pastan en abundancia, y el sol mira con su rostro quemante e intenso.

Aquél fue el día, en que los tres lobos fueron mis hermanos, para luchar unidos contra el oso amenazante….


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