lunes, 13 de septiembre de 2010

Lo que perdimos en el Chile Actual



Se podría decir que es la voz de la experiencia. Con una vasta trayectoria, el profesor de estética de la Universidad Católica de Chile, Gastón Soublette dice que los chilenos perdimos algo esencial de nuestra raza. ¿Qué? La sabiduría. Hoy, cuenta Soublette, nos paramos en un escenario diferente. Si retrocedemos en el calendario dice todavía existía una cultura específicamente chilena con sus tradiciones y estilo propio. Actualmente eso ya no existe, y no existe porque al ser un país en vías de desarrollo, por no decir subdesarrollado, donde nos vemos obligados a depender de las decisiones que toman las grandes potencias, ha significado que lo propio se descuida y se absorbe lo extraño, lo extranjero, y agrega que “primero estuvimos influenciados por lo francés, luego lo inglés y posteriormente lo norteamericano. A lo que suma que esto nos ha obligado a ir incorporando elementos que no han sido creados por nuestra cultura”.

¿Cómo era la radiografía del chileno 100 años atrás?

Hace 100 años seguíamos el modelo francés, pero hay que hacer una distinción entre el pueblo y la elite ilustrada, ya que por ser esta última la que siempre estuvo mirando hacia afuera, es la que pierde más fácilmente su identidad cultural producto de muchos viajes, dándose más fácilmente un fenómeno de transculturización. Esa gente que viajaba a Europa, que leía a los franceses, ingleses y alemanes volvía a su casa del fundo a ponerse en contacto con el pueblo y encontrarse con su propia identidad. Pero esa vida se fue acabando porque la ciudad empezó a crecer y a absorber cada vez a más gente y fue ahí cuando imperó el modelo norteamericano.

Para Gastón el cambio se marca en los años 50. “Yo vivía en Viña del Mar donde existía una estética propia, una forma de vestirse muy local, en que las mamás les contaban cuentos tradicionales a sus hijos. Cuando se produce el cambio toda esta tradición se derrumba. A Viña llega un modelo arquitectónico que muele lo que había, instaurando una arquitectura básicamente utilitaria, donde no hay una poética del espacio y, tal como lo dijo Fidel Sepúlveda, Viña quedó convertida en un triste cementerio de elefantes grises”.

¿Qué perdimos y qué ganamos?

Si tú comparas a un chileno de 30 años hoy con un joven de Francia o de Japón, básicamente no hay ninguna diferencia. Hay rasgos de carácter que se han mantenido, como, por ejemplo, que el chileno es astuto, es rápido pero es apático. Intelectualmente somos astutos y despiertos. Pero algo que perdió el chileno y que existía, es la sabiduría. Una que venía dada por la tradición oral basada en el respeto a los ancianos, a nuestros mayores, que eran los depositarios de una sabiduría que se transmitía no sólo hablando sino que actuando, dando ejemplos.

A juzgar por lo que yo he leído, el pueblo chileno fue muy virtuoso. Había ejemplos que yo recuerdo de las mamás viejas que cuidaban a los niños, que sabían canciones, proverbios, adivinanzas, prácticamente desaparecieron al igual que los ancianos. En el campo ellos eran monumentos de sabiduría. Ahora ya no existen viejos sabios y si hay, son pocos los que conservan esa sabiduría práctica y una intuición muy poderosa del valor de la gente. Porque la sabiduría finalmente es un conocimiento del sentido de la vida, la ciencia sólo te dice cómo es el mundo, pero no hacia dónde va y dónde está el deber ser; en cambio la sabiduría te enseña esto, lo del deber ser. Te enseña el sentido.

¿Cómo podemos rescatar esto?
Qué recomendaría yo a futuro para hacerle honor a ese pasado, es que esa sabiduría sistematizada se incorpore a la educación superior. Antes había un espacio de reflexión, de paz, de silencio, eso que hacía meditar, hoy eso ya no existe.

(extracto entrevista a Gastón Soublette, La Tercera, 2010)

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