Por algún motivo enigmático, nuestra sociedad pretende de tanto en tanto, detener el proceso que el premio nobel de química Ilya Prigogine reconoce como cualidad propia del tiempo, esto es; la irreversibilidad.
En efecto, a intervalos determinados, encontramos un verdadero asalto de mesianismo que busca crear una suerte de sociedad perfecta, extemporánea y sobretodo inmaculada. Una versión renovada de las creaciones propias de Tomás Moro, Marx o Campanella.
Para este fin, se intenta lanzar literalmente "todo por la ventana", buscando crear "nuevos hombres" u "hombres nuevos" desde una transformación social que permitiría tal evento. En este sentido se apuesta a reinventar todo lo caminado, borrar cada paso andado y deshacer el entramado del viaje de la humanidad, en una refundación que se inicie desde cero.
Todo parte con pequeñas reformas, que finalmente nunca dejan del todo conforme a los voceros de estos "nuevos tiempos", los que investidos de sacerdotes vociferan y proclaman las nuevas reglas que permitirán el arribo de la "buena nueva".
Esta suerte de mixtura religioso-política, crea entonces una extraña sensación en los ciudadanos peregrinos que no han experimentado este tipo de epidemias con anterioridad (debemos consignar que la esperanza de vida juega en contra de esto y asimismo la escasa lectura impide tener una visión panorámica de estos fenómenos) de esta forma, no es extraño contemplar verdaderas peregrinaciones hacia la Jerusalén prometida, cual moderna cruzada.
De lado queda el juicio, la mesura y reflexión, por el contrario predomina el impulso, la coacción e incluso la violencia. Es un momento de voluntarismo vivo, que impide los acuerdos y consensos, así como la sana tolerancia.
La reforma gradual, la evolución en procesos es definitivamente descartada y sólo se busca realizar la consumación del advenimiento de dicho estado, todo lo anterior en una suerte de autodestrucción.De ahí en más, sólo la realidad final y última terminará por consumir este cúmulo de energía latente que se vierte cual magma desbordado, esperamos que no con las consecuencias de un Vesubio. Aunque nunca se sabe.....
De lado queda el juicio, la mesura y reflexión, por el contrario predomina el impulso, la coacción e incluso la violencia. Es un momento de voluntarismo vivo, que impide los acuerdos y consensos, así como la sana tolerancia.
La reforma gradual, la evolución en procesos es definitivamente descartada y sólo se busca realizar la consumación del advenimiento de dicho estado, todo lo anterior en una suerte de autodestrucción.De ahí en más, sólo la realidad final y última terminará por consumir este cúmulo de energía latente que se vierte cual magma desbordado, esperamos que no con las consecuencias de un Vesubio. Aunque nunca se sabe.....
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