lunes, 20 de julio de 2009

Cambio y Expansión




Mi conciencia se desvanece paso a paso, la música elevaba los ánimos e imaginación hasta encontrarme conmigo mismo. Ante mí, me repito soy Pedro desde el día en que nací.

Giró inmediatamente en trescientos sesenta grados, sin obtener una perspectiva lo suficientemente convincente de mi estado. El diálogo es grato me observo mientras medito respecto a mis decisiones. Es una conversación conmigo mismo, con ese yo que habita en la profundidad y que se siente marginado, privado o un actor secundario en la integración de mi universo, que trata de diferenciarse cuando lo que debe hacer es integrarse desde su historia diversa, desde la experiencia particular sin intrigas.

Mantengo esta extraña sensación, este desplazamiento sobre las palabras y el sonido hasta compenetrarme con ellos, ser parte de ellos, en una desestructuración que alcanza mis sentidos. El contacto conmigo es profundo, distinto radicalmente, mi voz se extiende en ondas y entonces puedo reconocerme desde mi inicio, me contemplo, las experiencias se precisan a ratos para luego evaporarse y abordar nuevos confines.

Es una sensación extraña, me siento en expansión, una voz me habla, soy yo mismo que me escucho desde un lugar distinto a mi conciencia central, es como si dentro de mí se constituyeran diversos centros de comunicación y que todos ellos fueran parte de mí.
Una suerte de Chakras hindúes, estructuras presentes en fuentes de energía y conciencia dentro de mí mismo.

Vuelvo hacia mi centro, me siento integrado, la experiencia vivida se asemeja a la construcción de redes en computadores, estar al unísono en un mismo espacio y tiempo dialogando con diversos centros, es la desconfiguración del núcleo de un átomo para luego retornar al centro del eje. Ser Caos y luego principio unívoco, en una permanente contracción y extensión de nuestro ser.

Vivimos unificados, segmentados en compartimentos estancos que terminan por opacar nuestras voces internas, de tal modo desatendemos el diálogo físico, postural, verbal, fisiológico, conductual, psicológico. Radicamos nuestras cartas a la expresión racional, lógica y comprimimos nuestra experiencia, intuición, observación, pretendemos ser un solo camino cuando dentro de nosotros confluyen miles de pistas, notas musicales que componen una verdadera obra musical.

En ese ir y venir, me logro contactar con temores enraizados desde niño, por un instante recuerdo situaciones que aún me molestan y que se remontan a mi temprana infancia. Un control desbordado, la agresión de las personas, su relación basada en el poder, en fin elementos cimentados desde mi temprana etapa escolar con las que tuve que lidiar y ante las cuales construí una estructura física, mental y conductual de la cual sin embargo no fui plenamente consciente hasta ahora. En este darme cuente, en esta actualización de mis voces que regresan con actos presentes y de los cuales se remite la propia historia “olvidada” en el inconciente.


Me extiendo, me permito recorrer mis encrucijadas personales, aquellas sensaciones que evocan recuerdos, emociones, anhelos, sueños y sobretodo la oportunidad de ir incorporando dichos elementos en mí. No desde la marginal sensación sino desde la central expresión y recuerdo de lo suscitado y de sus manifestaciones en el presente y hacia el futuro. Obtener insumos para avanzar, resolver los enigmas y acertijos que van actualizándose no es cosa fácil mucho menos para quién acostumbra rigidizar y estructurar todo desde la separación categórica y no desde la integración a partir de la posibilidad y oportunidad de crecimiento.

La expansión aludida anteriormente es parte de nuestro programa, sin embargo a ratos la obstaculizamos desde nosotros impidiendo el progreso de nuestra vida. Somos de tal forma una escisión entre cuerpo de adultos e imágenes, pensamiento e ideas infantiles.

Pues más allá de la multiplicidad existente en nosotros desde nuestros contextos, momentos y las formas de enfrentar tales desafíos, también encontramos tramos, etapas e hitos que nos orientan respecto a nuestro propio deambular en esta ruta de la vida. Una joven mujer que pronto se entera que será madre o un infante que conoce la noticia de la llegada de un nuevo hijo, el despido etc., cualquiera de estos elementos nos redefinen y nos tornan en nuevos dilemas, desafíos que demandan un determinado rol por parte de nosotros, en parte distinto al anterior o más bien complementario, pues nuestro avance es en espiral. Así, somos padres, alumnos, trabajadores, esposos en uno sólo y a su vez nuestra experiencia es irrepetible y diferente en una dinámica de cambio permanente dentro de una contracción hacia nuestro Yo igualmente constante. Es la evocación de Heráclito: “Nadie se baña dos veces en el mismo Río” y a su vez una opción por la esencia de aquello inmutable, que nos permite ser.

Somos actualización y permanencia en el insondable tiempo que nos acoge en su manto entretejido de posibilidad y voluntad de ser en la música de la sincronía artificiosa del constante vaivén del devenir.

miércoles, 15 de julio de 2009

Cavilaciones Tras la Sombra





Cada día caminamos enjuiciando a los demás o coronándonos bajo laureles de méritos extraviados sin pensar en que nuestros actos tienen un sentido más allá del simple ejercicio de medir, comparar o denostar. Así, bajo el pedestal de Deidades imaginarias pretendemos sobrepasar a otros, esos otros que bajo la mirada arrogante de nuestro lente es aminorado y disminuido.

Tender la mano, ejercer nuestra naturaleza social es sólo oportunidad de ofrecer nuestra caridad, más que vivenciar la oportunidad de ayuda hacia aquél, que hoy emerge desde el desamparo y la debilidad.

Con que facilidad podríamos multiplicar nuestro trabajo si tan sólo nos dedicáramos a cultivar los frutos de la buena intención sin esperar recompensas o premios.

Decidir cómo, cuando y donde parece ser un enigma que nos sobrepasa en amplitud y extensión hasta más allá de nuestra potencialidades, de tal forma que nos esforzamos poco o nada en prestar una simple ayuda.

La capacidad de ahondar en la rabia, la ira o el temor nos conduce asimismo a ir alejándonos gradualmente del centro de la atención de nuestro eje social. De esta manera nos perdemos en la descalificación, intolerancia recubierta de prejuicio.

Menospreciamos la autenticidad por la apariencia y el oropel de lo ilusorio una y otra vez, sin ser capaces de visualizar el camino que con ello pavimentamos. Indudablemente nuestro trayecto no es un azar de casualidades sino es también en parte el sello de nuestros actos previos, elecciones, decisiones y opciones en algún momento de la vida.

La idea de trascendencia, de ir más allá de lo aparente tiende a debilitarse creando a ratos la sensación de vacío total, privándonos de ese sentido que acompañado de fe y esperanza iluminan nuestra existencia. No obstante la llama de constancia debe provenir de ese fuero interno que ha sido bañado desde la experiencia temprana traspasándonos la digna enseñanza y lección respecto al devenir.

Ser capaces de compartir, ser familia, multiplicar la amistad y por sobre todo ser lo suficientemente audaces para desafiar nuestra propia vanidad y poder mirar aún a aquél que en su momento desde el efímero pedestal del poderoso hoy se encuentra caído, abandonado y execrado por el sino.

Nuestro liderazgo implica no tan sólo ser uno más de la masa amorfa que se desplaza en medio de la actualidad, sino en marcar un sendero, definir temas y sobretodo tener la valentía de delinear aquello que no nos convence o nos parece atentar contra la esencia de nuestra humanidad.

Emerger desde las sombras para traspasar las fronteras de lo simplemente esperado para ir en busca de nuestro devenir, asumiendo claramente los desafíos de nuestra humanidad una y otra vez con la satisfacción de creer en nosotros desde el sencillo anhelo de construir e impulsar los sueños.......

jueves, 9 de julio de 2009

Un día Después






Unos leves pasos rompieron con el silencio imperante en aquél departamento del sector oriente. Entonces casi apenas, una delgada silueta femenina se deslizó tambaleante ante el espejo del baño, reiterando una escena mil veces registrada en su corto historial.

Una mirada perdida, sempiterna y desencajada que evidenciaba los excesos de la noche anterior fueron a su encuentro. Las huellas de sus andanzas reflejaban en el espejo con acento revelador el costo de aquel carrete; ojeras, palidez y desencanto con una suerte de conjura que no podía obviarse sin más….

Frente a si misma en aquél instante, la joven mujer enfrentaba esa imagen que nos señala que el ayer escurridizo y cargado de ilusiones, había caducado su contrato para dar paso al hoy concreto de los hechos, de la materialización, en fin de los efectos irrevocables de sus actos.

Intentó recordar lo ocurrido y aunque su esfuerzo era reconocible y sincero no pudo lidiar con la entramada galería de eventos difusos que brotaban sin llevarle a ningún lado. Por un momento, Miró por la ventana y se fijó en una pareja de niños que corrían tras un perro por el parque. Entonces recordó sin más, los días aún frescos en su recuerdo cuando acompañaba a sus padres en largas caminatas antes de abandonar el hogar de origen junto a su entrañable afecto, para ir a compartir un departamento con compañeras de universidad. Ese recuerdo aún visible ante la evocación, le hizo detenerse por un instante y apelar a un espacio de nostalgia aún marcado por la distancia.

En tanto, el día corría, avanzaba con un vigor que ella al menos no podía compartir, al menos hoy no, mucho menos después de haber consumido ese cóctel de alcohol y drogas del que aún era prisionera. Dejó de lado la cortina y nuevamente en su espacio se encontró con la imagen insistente del espejo, sin saber que hacer, en un acto instintivo evitó el reencuentro con esa inconfortable imagen que se presentaba ante ella y que revelaba la cara poco amistosa de sus actividades.

Detenida, perpleja sin atisbar respuesta soltó una exclamación y luego inició el retorno a su habitación.

El reloj marcaba las 13:30 horas. –Aún es muy temprano- expresó, para luego proseguir a través de un pasillo oscuro, como los recuerdos que pugnaban por emerger y que sin embargo no lograba esclarecer su memoria. Tal como la sombra arrebatadora de sucesos, había extraído su propio espacio de luz, llevándo a Andrea a una existencia lúgubre la noche anterior, en un encuentro de excesos de alcohol, drogas y sexo.

-Demasiado para mi-, reiteró, luego prosiguió en su procesión y con ello la luz del ambiente fue extinguiéndose paulatinamente mientras se alejaba y asimismo cualquier intento por escapar de esa rutina que le era cada vez más familiar, cercana y posesiva.

A lo lejos se escuchaban los ecos del ruido engendrado por la ciudad, mezcla variada de los sonidos naturales y artificiales que brotaban sin cesar, como las propias vidas que transitan por allí. Indiferente a dicha actividad, Andrea optó por sumergirse en su cama no sin antes consumir la última dosis de droga que había guardado para sí. Satisfecha, cerró los ojos y musitando palabras incoherentes se sumergió en su espacio de refugio y evasión.

Nuevamente el silencio se apoderó del entorno, acallando cualquier manifestación de vitalidad o quiebre en ese mundo construido a la semejanza de sus moradoras.

jueves, 2 de julio de 2009

Acercándonos a la Felicidad




La felicidad es una opción. Dicha sentencia se podía leer sin problemas en la roca inscrita a fuerza de cincel en aquella tarde de primavera.

Sin más que agregar medité entonces por un segundo, hasta convenir que si se puede alardear sobre la libertad y nuestra posibilidad de elegir, bien se puede optar por encaminarse hacia la felicidad no tanto como una utopía sino más bien como una suerte de visión o filosofía de la vida.

Claramente la felicidad no es solo un estado en sí, sino más bien una forma de observar la vida con cristales multicolores que permitan un tránsito más armónico y en consonancia con nuestra existencia que ha optado por asumir los eventos no sólo cargados de adversidad o como una maldición, sino más bien como una oportunidad o prueba a superar.

Habitualmente concebimos la felicidad sólo como un resultado, el cual supuestamente obtendríamos a través de otros medios ya sea la compra de algo, el uso de ciertas sustancias o la simple evasión respecto nuestro alrededor.

La felicidad también alude a nuestro estado anímico, a la construcción que hacemos desde nosotros cada día sin olvidar a los demás.

Resulta difícil asumir ser responsable de uno mismo y es más de nuestros sentimientos o estados de ánimo. No obstante a cada rato aceptamos dicha responsabilidad al actuar de tal o cual forma, al aceptar nuestro propio compromiso frente a una tarea en el trabajo o a las actividades en el ámbito familiar.

Algunos pensadores incluso han llegado hasta optar por un abandono del compromiso conscientemente, un nihilismo que permite alejarse de todo apego o trascendencia en nuestra existencia. ¿Porqué entonces no podemos optar por una mirada distinta, lejana al desapego, al odio o de esa permanente frustración que nos absorbe llegando a los niveles de depresión e inclusive al propio suicidio, en esa dejación de si mismo que culmina con la muerte inducida desde nuestro propio Yo.

No es sencillo aceptar tal desafío, tampoco lo es concebir una forma de trabajar nuestras habilidades que han sido adormecidas o engañadas en múltiples oportunidades bajo el manto de fantasías o revelaciones que han derivado en ilusiones transitorias. La idea más bien es ser capaz de caminar hacia la apuesta por aquello que nos nutre apostando hacia la vida, la vitalidad y el desarrollo. Es una suerte de autoexamen particular con respecto de si mismo y con respeto hacia los otros, es la transición desde esta vida no como una obligación sino como oportunidad de dejar nuestra huella de nuestro paso, es por tanto la posibilidad de cambiar desde lo más pequeño, aceptando nuestros errores, vivenciando nuestras emociones y volviendo a transitar desde la fuerza de la confianza en que cada experiencia implica un aprendizaje. Para ello debemos aplicarnos de forma tal de lograr leer los acontecimientos de nuestra existencia. Tarea no sencilla pues al igual que el aprendizaje del abecedario y luego de las reglas básicas para la lectura, de tal forma debemos prepararnos pare leer estos acontecimientos en donde somos pieza central. Lo anterior no implica olvidar nuestro contexto o cultura cayendo en un egocentrismo tal que nos impida observar más allá de nuestras narices.- No -, la opción es decidir, evaluar, aprender y reformular desde una mirada de que nunca perdemos del todo algo también nos es otorgado a partir de la vivencia particular. Implica una mirada hacia el futuro y sobretodo reconocer nuestra propia historia sin rencores.

Algún escéptico aludirá a los inevitables instantes de tristeza, impotencia o dolor. No es tarea evitarlos, sino saber como leerlos para no caer en la trampa de la ira, el temor o el odio inmovilizándonos sin oportunidad de crecer o superar dicho desafío por más severo que este sea.

No somos Dioses y por ello nuestra tarea es ser felices desde nuestra propia humanidad con la posibilidad de ir paulatinamente escalando la gran cumbre de nuestra existencia.