viernes, 28 de agosto de 2020

Un árbol florece en invierno

 Un árbol florece en invierno,

Mientras otros duermen apaciblemente o se extinguen.

Tú te despliegas con las flores

Mientras el frío cala los huesos, congela ilusiones,

Tú perseveras en la cifrada tarea

Así, desde la inquieta primavera interna expresas un mensaje

La ruptura de lo esperado, acompaña tu trabajo

Una manifestación a contrapelo, que exalta la belleza

De tal forma, lo inusitado se expresa, la voz silenciada se alza

De tal forma surge el milagro, sin más se crea la vida

En invierno un árbol florece

Así mi alma, también crece

Entre latidos y anhelos alimentados por el despertar

Las manos que labran la tierra también ofician su rol

Manos misteriosas que avivan tus flores

Manos curtidas de tierra y agua

Manos de alfarero, cultivador o tallador

Guía misteriosa que precipitas la obra

Justo cuando las hojas han caído, después de otoño



miércoles, 26 de agosto de 2020

El Curso de la vida

 Corre el caudal por el cauce milenario, corre de agua vertida en abundancia, busca su camino rumbo al lejano mar para cumplir así el antiguo ciclo señalado.

De la misma forma, somos parte de un torrente, somos partícipes de un ciclo que debe cumplir con su objetivo. Aunque a veces lo ignoremos, mientras el extravío nos envuelve.

El simple vivir (que nunca es tan sencillo) nos ilumina de pistas, nos entrega elementos, más no siempre son leídas o incluso atendidas. Es que también tenemos nuestro itinerario, uno personal, a veces secreto que nos hace enfrentarnos con ese otro llamado.

En la antigüedad el primer esquema primaba con fuerza, se imponía, no había espacio para debate o elección. Más la idea de liberación brilló tempranamente en nuestra especie y fue allí donde nació el concepto de libre albedrío.

Los mitos en sus diversas variantes lo señalan. Desde la clásica Grecia con Prometeo, hasta los confines semíticos con Adán y Eva.

Romper el cerco de lo impuesto por la naturaleza u otra entidad, se convirtió así en nuestro sello, junto a la reconocida inteligencia y astucia, luego vendrían otros elementos que horadarían esa antigua "inocencia".

Inocencia perdida, tránsito a la autonomía y separación del cauce primigenio, son sólo algunos de los  elementos clásicos que van modelando nuestro paso por la tierra. Incluso la misma tierra, ha sido objeto de nuestro inusual desenvolvimiento. Nuestras manos están en todo, partiendo desde una simple muralla perdida en Altamira, hasta los mares y sus aguas contaminadas al día de hoy. 

La pregunta reiterada es; ¿Que ganamos finalmente cuando rompimos el pacto inicial?..

Entonces, es allí donde viene el acápite de nuestra fase de fundamentación, consultas y preguntas a través de la filosofía. Es con esta disciplina, que se abre el camino luego de la etapa mítica, para justamente hacer frente a las inquietudes que habíamos ido sembrando de manera copiosa.

Es que debemos entender que nuestro caso es especialmente interesante, pues al romper el pacto de la organización fundacional, abrimos un surco divergente al cauce meramente natural. Nos comportamos como esa parte del cauce que simplemente se desborda y no da necesariamente al mar, sino a destinos inesperados.

Desde esa perspectiva, las ideas son requeridas constantemente pues no sólo debemos explicar y explicarnos; ¿porqué cambiamos de rumbo?, sino el sentido de hacerlo, las ventajas de hacerlo o también los equívocos de hacerlo.

De lo anterior derivan emociones, tomas de postura y condiciones que nos han llevado en más de una ocasión al conflicto, o a la apatía, con niveles extremos como la desesperanza con signos nihilistas.

No son pocos inclusive los que abogan por nuestro propio exterminio, incluso nos vemos a nosotros mismos en un espejo como una suerte de plaga voraz (Primatemaia diseminata)..

Todo ello y más, es parte del costo por nuestra acción de ruptura o proclamación de libertad. El deber de hacernos cargo de aquello, aún no logra cuajar de manera efectiva, y no son pocos los que apelando a etapas anteriores, desean desligarse del hecho de ser libres. También existen los que buscan la ciudad utópica, estos también renuncian a nuestra opción actual y anhelan dentro de sí una condición de armonía a través de textos o acuerdos que permitiría una felicidad eterna. Bien sabemos, que somos especialistas en romper los acuerdos, que nuestro ímpetu nos ha llevado a olvidar las viejas prácticas, y que el retorno o renuncia no parecen válidos.

De tal forma, sólo queda seguir el cauce y actualizarlo, buscando en el mejor de los casos, hacerlo viable y trabajar porque dicha condición sea efectiva para la mayoría.

El curso de la vida está en marcha, como gotas del caudal, sólo nos queda coordinarnos y buscar también nuestro propio fin.