jueves, 23 de diciembre de 2021

El deterioro de la formalidad

 El hombre como animal de costumbres, el ser humano en extenso, criatura social, se caracteriza por crear nuevas condiciones más allá de las meramente otorgadas por la naturaleza. Así, deja su huella cultural, que retrata el signo de los tiempos y nos da pistas para entender el sentido en aquellas huellas plasmadas en el barro de la historia.

Camino por una calle del centro de la ciudad capital, sus veredas corroídas por el maltrato de  seres anónimos es evidente, la suciedad no lo hace mal, tampoco el sinnúmero de locales cuyas cortinas se bajaron definitivamente. Repito el ejercicio en otra comuna de la ciudad capital que antaño parecía mantenerse inmune ante los visos de destrucción y deterioro, para encontrarme con una huella similar. No hay casualidad, sino causalidad. Una causalidad de origen nebuloso que sin embargo posee nexos con una indiferencia respecto de las formas.

Vuelvo a mirar nuevamente y la otrora verde alameda, más parece la encarnación de la Tierra Baldía de Elliot. Tierra yerma, que va brotando por acción u omisión, tierra reseca que pinta el rostro de transeúntes, con un color mortandad. Caminamos entre rostros empolvados, resecos y ajenos, cuerpos que se asimilan a una imagen del desierto, un desierto de actitud, un desierto de olvido.

Las formas de comunidad se han desvanecido, paulatinamente, primero esa impronta de infiferencia, luego la destrucción sin más...