Por largo tiempo vagó la bestia por aquella campiña.
De gran cornamenta, impuso a fuerza su imperio.
Derrotó rivales de temer, no sin riesgo
Más una mañana, se cruzó con un adversario distinto, que definiría destino.
Si bien más pequeño que sus otros enemigos. Este marcaba una diferencia, trabajaba en equipo..
Hábil en el hostigamiento, ágil en el despliegue y perseverante en la persecución.
La bestia optó por ignorarlo
Luego apostó por embestirlo
Más en cada intento que buscó eliminar a su persecutor, este logró salvar ileso y es más, prontamente buscó acorralarlo.
De tal forma, establecieron una suerte de juego entre ellos. Que finalmente los llevó al enfrentamiento.
Aquél día el sol era ascendente, quemaba y el agotamiento hacía estragos.
La estepa parecía un campo propicio de batalla.
Luego de horas de escaramuzas, aquella bestia que había reinado extensamente, vio alterado su curso vital.
El diminuto cazador, había pulido un brillante fragmento de pedernal hasta tornarlo en arma letal
Mientras unos lo acosaban y otros cerraban el paso. Otro avanzó para confrontarlo directamente.
Fue así como se acercó sutilmente a la bestia, y pudo alcanzar su cuello, dándole una estocada letal..
Allí no fue la fuerza, sino la habilidad y conocimiento aplicado lo que marcó la diferencia...
Surgió entonces el nuevo regente, de ese campo lejano, que posteriormente conoceríamos como: Homo Sapiens...