miércoles, 1 de octubre de 2008

El Viaje










El Viaje, es analogía permanente en la alusión de esa partida hacia un horizonte más o menos decidido, con días negros, claros y obviamente claroscuros. Es además la representación simbólica del denodado esfuerzo por llegar a un destino tan incierto como cercano a nuestros sueños e ilusiones de carácter más íntimo.

En las narrativas de la historia y epopeyas encontramos el viaje de Ulises también llamado Odiseo que a la postre es un ir y venir de veinte años por llegar a la anhelada Itaca. En el curso de la ruta emergerán diversos personajes que distraerán, capturan y seducirán a la tripulación tornando dificultosa la posible consecución del objetivo primigenio al zarpar de Troya.

Asimismo encontramos los viajes de Jasón tras el vellocino de Oro, Simbad, Marco Polo, Cristóbal Colón y tantos otros que un día se aventuraron a surcar los mares en busca de ese anhelo oculto.

La experiencia nos demuestra que en dichos periplos muchas veces la sola voluntad no es suficiente y junto con ella el devenir de los Dioses es fundamental, asimismo resulta gravitante el transitar a un ritmo que respete la ruta de dicho viaje en sí, no basta por tanto el mero afán si no existe el reconocimiento del entorno, de sus áreas geográficas y de quienes allí habitan o moran.

De cierta manera el viaje nos prepara a través de su proceso a una verdadera iniciación, a una suerte de ingreso a una colectividad secreta con rituales variados y elucidados para esa vida que va y viene en forma ondulante.

Las travesías traen desafíos, encuentros con mundos remotos, esencia de la magia arraigada de los primeros pasos que ha dado el hombre en la tierra. Asimismo, es el encuentro con nosotros mismos, saber de cuanto somos capaces y hasta donde podemos llegar con ese afán de aventura que requiere o demanda el deseo de conocer, explorar y por cierto conquistar aún cuando sea solamente una sensación de impulsos pasajeros. Sentirse vencedores, de alcanzar la meta, llegar a esa lejana Itaca que nos depara los parabienes o simplemente trasladarnos hacia aquellas tierras prefiguradas en la imaginación fértil de una infancia pasada.

Muchos serán los viajes, la vida en si misma es el Gran Viaje, con un puerto de llegada similar a todos, empero las anécdotas, aventuras o experiencias serán disímiles sin lugar a dudas. Después de ese gran puerto, el devenir aparece difuso aunque no menos interesante, pues luego del recorrido realizado es muy posible que nuevamente se nos invite a una nueva excursión, sólo que en esta oportunidad los valles, cordilleras, mares y selvas adquirirán una nueva sensibilidad y esperanza de forma de animarnos a una mirada trascendente con el certero mensaje de que nuestro viaje presente recién empieza.

No hay comentarios: