martes, 25 de agosto de 2009

La Expedición




“ Buscar nuevas sendas, allí donde otros buscaron sin éxito es un desafío permanente”
Anónimo


El silencio del ambiente facilitaba la posibilidad de recibir cualquier onda o señal que fuese emitida dentro del radio en que se encontraba parte del equipo investigador de aquella zona. Las miradas de aquél grupo eran de serenidad y ansiedad, dos componentes que si bien suelen percibirse en forma separada en dicho instante eran parte de un todo, unidad compenetrada que respondía dentro de lo esperado. Así la necesaria expectativa, ansiedad que fluía entre aquellos cuerpos que provistos de trajes de destellos platinados, habilitaba el encuentro entre la calma y cálculo con ese nerviosismo de estar enfrentando algo que nunca antes has vivenciado. En un instante, un sensor de alta resolución captó algo cercano a una señal de vida, era el momento esperado por miles antes que ellos, y justo en dicho momento ocurría, se interceptaba aquel mensaje y se devolvía con una probable muestra de que en dicho cosmos existía algo similar a ellos.

Quién lideraba al equipo de tres integrantes se percibía agitado y con pasos acelerados caminó en dirección hacia el sector que emitía con mayor intensidad aquella señal. Tres individuos que marchaban según los códigos establecidos, tres hombres que podrían resolver no sólo por mando sino también por mayoría, tres hombres que encarnaban la fortaleza de la autoridad, la recepción amistosa del mediador y la capacidad de síntesis del pragmático gobernante ante el peligro. En dicha misión, obviamente nada había sido azaroso o al menos así estimaron quienes calcularon el viaje hacia el planeta E-35, ubicado en la constelación de escorpión en la dimensión Z de aquél sector del espacio intergaláctico.

En dicha área justo donde antes habían transitado las naves de embarque y comercio, en aquél lejano punto del espacio, era donde ahora se producía el encuentro que permitía avizorar nuevas respuestas ante el enigma permanente de la vida, su origen, procedencia y cuantas otras incógnitas desatadas en la vida humana.

No era fácil estimar el tiempo, tan sólo era relevante que en este preciso momento tres hombres caminaban en la dirección indicada por el sensor. Se presentaba una ocasión perfecta para reflotar las antiguas historias de visitantes y viajeros que descendían desde el cielo en artilugios inexplicables para nuestros antepasados, los cuales habían señalado en su naciente lenguaje como; “carros de fuego” que transportaban a divinidades, brujos o seres de un lugar lejano. -¿Sería posible?- pensó uno de los exploradores, que nosotros mismos seamos los que marcamos la historia de este mundo y con una diferencia de miles de años estemos replicando una historia previamente establecida en el nuestro, O tal vez seamos necesariamente parte de una pieza que debía cumplir con encontrarse en este instante sin opción a elegir. Como sea, se reiteró asimismo, estamos acá por algo y según este designio, básico pero igualmente efectivo avanzó dejando de lado sus meditaciones previas.

El camino que se iba delineando resaltaba la iluminación de una fuerte luz desde el horizonte, lo que permitía avanzar sin problemas. El sujeto que marchaba al último hizo un ademán y señaló un monte que aparecía en el sentido establecido por las computadoras portátiles y su sensor. Los tres integrantes se detuvieron, de pronto el cielo cambió de color pasando de un tenue celeste a un anaranjado profuso que definía además una variación en la temperatura ambiente, primero tímidamente y luego de forma acelerada, la que se evidenciaba claramente más baja, nada de esto estaba asumido con anterioridad, la sensación térmica te tornaba molesta, deprivadora de cualquier capacidad de avance, por tanto optaron por acampar pues la opción de regresar se hacía difícil. Instalaron un sistema de protección, algo como un campo de vigilancia a partir del emplazamiento de sensores electromagnéticos, junto con ello un sistema de habitación mediante una manta de anclaje similar a las viejas carpas pero con la ventaja de que esta permitía graduar la temperatura interna e interactuaba mediante un sistema de regulación y obtención de energía con el medio ambiente. En un instante se encontraron acogidos y pudieron observar con mayor calma la completa transformación de ese paisaje que hace un rato se mostraba grato y apacible.

En un instante la temperatura se estabilizó, marcando en la pantalla cercano a los -20º, lo que no era del todo inesperado considerando los drásticos cambios experimentados en la alta montaña terrestre y en estepas lejanas como Siberia. Los integrantes se distribuyeron sus labores, establecer contacto con su base, registrar los cambios y sobre todo mantener alerta respecto aquella señal que los había llevado hasta dicho rincón.

La primera guardia correspondería la teniente primero Edgard T. Lifetop, quién era el que marchaba al medio. Su rol fue asumido sin problemas y cumplida durante el primer periodo sin problemas. Lifetopp, encarnaba al tipo de personalidad mediadora, sin apasionamiento, siempre dispuesto a cumplir las ordenes en pro del bienestar superior y había sido escogido por el equipo de selección a través de diversos test de evaluación. El era el exponente que ayudaría a cumplir certeramente las tareas e impediría el desborde de cualquiera de sus dos compañeros. Pasado una cantidad de horas terrestres que definiremos en 5, el horizonte experimentó nuevamente un cambio manifiesto, dando paso a un color límpido del cielo junto a una brisa cada vez más seca y una temperatura en alza que finalmente quedó en 35º.

Una vez guardado el equipo básico, sólo dispusieron una modificación en su vestimenta, adecuándola al presente climático. El líder del grupo observó el paisaje, confirmó la señal que seguían y animo nuevamente a los integrantes mediante una orden de motivación, que los otros dos miembros repitieron en voz alta. El camino prometía una larga jornada y el calor imperante impedía no pensar en las gratas playas de la tierra desperdigadas por el planeta para satisfacción de ellos sus habitantes. En cambio allí estaban recorriendo un terreno inhóspito, montañoso y con un destino aún por descubrir.

Cada uno pensó en las razones por las que estaba allí, el deber surgió en el líder, la oportunidad de conocer en el segundo y el poder que alcanzaría su país se consignó en el tercero. La señal comenzó a ser cada vez más intensa, la ansiedad entonces retornó al equipo y de este modo se propusieron avanzar a intervalos pero sin dejar de lograr idealmente aquél día alcanzar su meta. Hacia el mediodía una sensación de fatiga comenzó a tornarse más evidente, las provisiones aunque suficientes corrían el riesgo de hacerse escasas y tendrían que retornar sin alcanzar el éxito anhelado, luego de un frugal descanso bajo las rocas de una cornisa prosiguieron su camino. Nuevamente llegó la tarde y tuvieron que enfrentar una situación similar a la vivida en el día anterior. En esta ocasión la guardia recayó en Thomas Poweride, Capitán de la aviación naval de la república, tercero e el lugar de marcha. Hombre de gestos adustos, mirada severa y escrutinio de alto rigor que le permitía evaluar sin miramientos las situaciones por más extremas que estas fuesen. Vigiló sin reservas, mientras sus compañeros dormían, plácidamente, aquella tarea en vez de disgustarle de cierta forma le agradaba pues permanentemente buscaba nuevos desafíos que asumir. Recordó cuando postulaba a un lugar dentro de la tripulación, sus pruebas y como no a su familia en la ciudad de origen. Pensaba en como lograr sus objetivos, no calculaba el entorno sino sólo en base a sus propios fines y si era necesario moldear el entorno el lo llevaría a cabo, atisbó atentamente el escenario que le rodeaba, aquella geografía lejana y distante de su hogar que le exigía someterse a duras pruebas sin más entrega que la capacidad interior, su fuerza personal que le llevaban a caminar y arrojarse ante el desafío. Piedras, sólo piedras en aquél lejano territorio le impidieron concentrarse en otra cosa que no fuera a misión ante la cual se encontraba.

Al llegar la madrugada, el paisaje se hacía imponente y abrasador, nuevamente la temperatura comenzaba a ceder y el astro lejano se hacía más presente ante su persona.

La marcha comenzó con absoluta inspiración luego de la motivación entregada por el líder que les animaba e instaba a no olvidar su origen y los designios que les esperaban de lograr en esta nueva etapa una respuesta favorable. El camino parecía ser la repetición de antiguas travesías desplegadas por otros como ellos en tiempos anteriores, quizás en un lejano pasado otros aventureros osaron atravesar aquél páramo para conquistar el mismo suelo, la misma sensación de heroicismo y extravagancia con que ellos hoy se desplazaban en ese camino ardiente entre rocas y montes variados. La señal se mantenía constante y con mayores intervalos, lo que evidenciaba que la meta estaba quizás a unos pasos o simplemente más cercana que ayer y ello los motivaba a seguir a su jefe quién evidenciaba a ratos cierta fatiga, no obstante marcaba el paso de quienes guían, orientan y señalan con su autoridad los tiempos a desempeñar.

Una extraña sensación les recorrió cuando se encontraron frente a un macizo de color rojizo, la simple oportunidad de evidenciar la inmensidad de aquella pared frente a su esmirriada estatura o tal vez la imponente realidad de entender que aún quedaban muchos caminos por recorrer antes de encontrarse en óptimas condiciones para lograr su propia y particular meta como equipo. Más aún cuando de improviso comenzó una ventisca la que detuvo la marcha por un momento significativo. Probaron sus equipos pertinentes y sus miradas manifestaban aceptación, cubiertos por antiparras y un cobertor que detenía fácilmente el polvo que les caía no tuvieron problemas en avanzar hacía el origen de aquella señal que los llevaba como una suerte de peregrinos poseídos y manejados desde una realidad ajena y lejana de sus existencia presente.

Caminaron hasta el cansancio, nuevamente constataron las variaciones de la temperatura y optaron por acampar, aquello quizás las podría retrasar no obstante les permitiría reponerse e iniciar de madrugada la expedición señalada.
La vigilancia recayó en su jefe; Robert Grandfly, mayor de ejército a la fecha en que se iniciará el presente viaje de expedición. Demostraba el equilibrio que le otorgaba su experiencia y además el hecho de una personalidad como pocas, destinado a coordinar, orientar y decidir en medio de situaciones límite, su sentido estaba mucho más lejos de lo que el realmente deseaba para desarrollar una misión con prudencia, capacidad de mando y junto con ello pertinencia respecto al momento mas acertado para llevar a cabo cada acción, así lo había demostrado en el pasado y lo realizaría en la actualidad a no dudarlo. Observó su ambiente y sintió que la tarea estaba próxima, el encuentro era cosa de horas y junto ello una incógnita se despertó en su rostro-¿Qué hacer?,¿Que destinos vendrían después de lograda esta misión?-, así prosiguió cavilando en medio de un cielo estrellado y sin mayores interferencias, tan sólo un eco remoto de su propia conciencia que lo instaba a estar atento a ese devenir que se iba desembozando ante el.

Al inaugurar la caminata de madrugada su animo era distinto, algo internamente les motivaba e impulsaba a ir al encuentro de dicha misión, que a su vez era la de cada uno de ellos y también el de muchos. Al avanzar, su mirada recorría aquella tierra ajena a su cercanía más elemental, distinta en cada centímetro y a su vez tan cercana a la posibilidad de existencia y vida que no se olvidaban donde se encontraban ni mucho menos los objetivos que los guiaban.

El sol se instalaba de manera impulsiva, no había forma de escapar, su equipo ya había demostraba que era útil no obstante la capacidad de provisión de agua estaba al límite, por ello la situación alcanzaba un instante excepcional. Al revisar su detector, la señal marcaba un máximo y esa era la ansiada muestra de que estaban próximos a su meta.

No obstante no todo era para confiarse, la fatiga jugaba en contra, calambres y espasmos se evidenciaban en los caminantes. Tanto Poweride como Grandfly caminaban exhaustos, en tanto Lifetop mantenía el paso inicial aunque con dificultades. Los minutos que quedaban eran cruciales y decidieron encaminarse hacia el destino señalado que aparecía como una pequeña efigie en el montículo determinado en su visor. Al andar evocaron el camino de muchos, de otros que no fueron quizás tan previsores y sin embargo construyeron algo parecido a lo que ellos buscaban instalar en el día de hoy. La vida alcanzaba ahora una significación distinta, nada era como se había delineado con antelación, la avasalladora constatación de lo vivido superaba los momentos de clases en la preparación de laboratorio y campo en aquellos simuladores. Se encontraron de pronto en una suerte de sueño, extraviados, perdidos, sin interés por saber que ocurría, eran las muestras evidentes que su cuerpo había logrado una separación aunque sea por instantes con todos los sentidos. Así, por este sólo instante la temperatura, las rocas, el fuego del astro lejano y abrasador fueron incorporados en un proceso de iniciación que los transportó a un lugar distinto y que no les era ajeno como les había parecido en un comienzo. Con esto, lograban transitar a una nueva etapa qué sin da los llevaría a asumir una capacidad distinta, diferenciada desde el aprendizaje mismo de la tierra en que habían caminado y no desde un lejano centro de experimentación.

Con esa experiencia habían sido transportados como verdaderos eremitas errantes, la verdad les había hablado y ya no eran los mismos.

En un momento, se oyó una voz lejana que les parecía susurrar para luego estallar en un gran grito: ¡Excellent patrol, number five, they have achieved it has! …….

En ese instante los tres integrantes llegaban a su meta, la base de recepción para patrullas de alta competencia y especialización en el desierto de Atacama, que su gobierno administraba en aquél lugar para la selección ante el próximo desafío de enviar una misión exploradora a Marte……

La señal marcaba el máximo, se felicitaron y al observar su camino atisbaron las huellas de quienes habían sido sus compañeros de ruta invisibles en medio del desierto más árido de la tierra.

jueves, 13 de agosto de 2009

Un camino Sinfin




Hoy nuevamente camino por el sendero de la meditación, adentrándome en las sinuosidades de la geografía humana. Difícil tarea es aquella, pues las variadas conductas nos deparan sorpresas y secretos ante los cuales somos iniciados en un ritual de eterno devenir..

Transito observando el diálogo sostenido por un hijo frente a su Padre, una discusión de remotos sedimentos que se reencarna y actualiza en cada época, con nuevos ropajes y mensajes, más siempre adherido al arquetipo fundamental. Las voces emergen desde un principio inescrutable, el hijo siente el deseo de borrar de una pincelada el origen, la autoridad y formación obtenida en esta relación intentando evadir la figura paterna, quién cual sombra en pleno desierto sigue tras la efigie que ha proyectado.

Más allá, una mujer llora frente a la soledad del abandono de su amado, sus lágrimas son el manantial que recorre la historia humana la eternidad del ayer en el hoy y el mañana. Un poco más adelante, en una esquina sombría adornada de bares y locales mustios de animosidad se encuentra “el”, joven traicionado por su compañera. Bebe, en una mesa roída por el tiempo intentando alegrar o desentrañar la solución al enigma interpuesto por aquella mujer de rojos cabellos que hasta ayer le juraba amor eterno.

Prosigo mi viaje en las honduras de la humanidad, mientras escucho el eco de una madre lamentando la muerte de su hijo en manos de un criminal o de un sujeto indescriptible frente al cuerpo inerte de un familiar corrompido por la enfermedad fatal hasta llegar al fin de su actuación en este el tiempo que nos ha tocado transitar.

Duro camino es el que iniciado esta tarde, sendero de iniciados en el dolor, desengaño y desventura, más no del todo ajeno a nuestra misma esencia del vivir. En el eterno retorno, tras la rueda mágica que transita desde escenarios remotos hasta volver a un presente indeterminado cubierta de bonanzas lanzadas a la multitud.

Es una iniciación de pocos, aunque seamos todos los que debamos experimentarla. Hoy ha sido mi tiempo, momento esencial en donde confluyeron espacio, tiempo y acontecimiento significativo que se ha revelado desde un instante. Señal solemne del avance y recorrido por el laberinto de imágenes que nos transportar a un permanente deja vú.

Sonrío, más allá un policía las emprende contra unos maleantes los que a su vez lanzan disparos, escenas reiteradas, repetidas. Un perro vaga en la calle tras un forastero que escarba los basureros. Mientras una bella mujer de cuerpo sinuoso transa ante el dueño de un automóvil del año la tarifa para un encuentro de intimidad y libertad.

Todo es nuevo, más nada es desconocido desde mi vivencia de tránsito. Recuerdo entonces la sentencia del “Nihil Novum Sub Solem” por parte del participante de la asamblea milenaria y tiendo a asentir, pues bajo los sutiles dichos del viajero, se entraña la misteriosa diadema de la humanidad. De esta forma, en un recorrido de contactos oscilantes vamos desplegando nuestro tránsito, en una suerte de espiral, que nos lleva tanto a ascensos y descensos vinculando el instante pretérito con el actual y así también con ese devenir incógnito para nuestra capacidad comprensiva.

La sombría noche se apropia de mi recorrido, los sonidos metálicos imperan sobre la armonía natural, apenas el intento de oír el cantar de un pajarillo extraviado en esa jungla de colores grises y armazones de concreto.

Camino, enfilo mi destino tras la posibilidad de lo distinto, de un nuevo sentido, al girar en la avenida me encuentro con una procesión de automóviles que transitan lentamente, son los carruajes de conquistadores, largas peregrinaciones de esclavos cargando a las autoridades en el desierto o simplemente una legión en busca de nuevos horizontes para conquistar. Nuevamente ese escalofrío que asciende por mi cuerpo me lleva a recordar el ayer, imposible evadir el eterno encuentro de figuras desplegadas antes de mi existencia por la mano invisible que se prodiga la propiedad de mi pequeño existir. Recuerdo el poema de Borges, la mano que está detrás de los jugadores de ajedrez, el principio, el origen, la explicación de nuestra existencia lanzada cual polen hacia un espacio indeterminado y en cuya germinación apenas somos capaces de replicar con una ecuación inscrita en una pizarra lejana.

Silencio, nuevamente avanzo, se activa el movimiento, el hoy se actualiza, el libreto escrito y reactualizado. Nuevamente prosigue el abandono de la amada, la riña entre amigos, el pacto secreto de la insidia, la guerra que surge de la sombra, el eterno individuo que vierte su experiencia en una superficie transmutada; barro, papiro, imprenta, hasta llegar a la intangible Internet.

Mi figura se desdibuja en medio de la extensa avenida, las luces destellantes, dan paso lentamente a la luz de oriente que asciende lentamente hasta apropiarse por un instante de traspasar su energía, nuevamente ha despertado un día, nuevamente han recibido los viajeros la señal de partida, nuevamente ha comenzado el ciclo indeterminado de formas reiteradas con nuevos enigmas que resolver, en un suerte de sin fin estruendoso y pasivo ante la mansa mirada de los individuos y detrás de ellos de sus propias conciencias que no desean alterar la marcha señalada.