jueves, 17 de julio de 2014

Más allá de las ideas

Mirada embotada; el silente misterio que abre la encrucijada del pensamiento, donde las nubes son simples trazos de vapor que van dejando una suave estela, dentro de cada instante. 

Mirada pasiva, el alma se ha perdido y se encuentra lejos, muy lejos para volver, tu voz no se escucha.

Las ideas corren, se agolpan y luego urden una red de adhesiva cualidad que perturba el buen pensar.

 Muchas veces lo imaginé, pocas veces lo he confirmado más, que durante las últimas semanas, en donde los pensamientos se asemejan a un tropel de ganado que corre por la pradera, amontonándose para obstaculizar el paso.

Así, las ideas se transforman en una verdadera estampida, donde la criatura más débil puede morir sin inconvenientes, al ser aplastada por las demás. La maravilla exótica del pensamiento, la maquinaria bio-informática del cerebro se abre paso entonces en una trama de angustia y riesgo que no perdona errores. La maquinaria se torna de esta manera dúctil y susceptible de cambiar, ya sea para bien o para mal.  En efecto, un pensamiento bien llevado es como una bestia dócil que se atiene a las órdenes sin problema. Sin embargo, quién se ha preguntado si la bestia en cuestión no obedece y más bien se torna indócil y quizás agresiva a su amo. La respuesta; -Vean los psiquiátricos-

No hay necesidad de ser un eximio científico de la mente para percatarse de las gradientes de conducta y razón que comienza a observar uno en hospitales, clínicas y consultas variadas en donde pueda visitar. En efecto, una simple idea, un pensamiento tan inocente como: -sentir el canto de las aves- puede trastocarse en -sentir el ataque de las aves a través de su canto-

Los pensamientos así vistos, son filosas armas que no habíamos descubierto. Es cierto, muchos dicen: “hay palabras que matan”, habría que añadir: “también pensamientos”. Pues antes de hablar, ya pensaste…

Imaginé en algún momento a los pensamientos como palomas, esas palomas insistentes, agobiantes y acosadoras que podemos observar en el centro de la capital. Dichas aves, buscan permanentemente donde anidar y en cada ocasión pareciesen convocar a más integrantes, pues su número simplemente parece espuma en ascenso.

¿Alguien ha visto ese espectáculo?, es raro que haya alguien que pueda señalar que no ha visto dicha muestra de acoso masivo llevado a cabo por las palomas. En fin, así las cosas la pregunta es; ¿qué podemos  hacer con semejante experiencia?. ¿Huir o enfrentar?, parece ser el dilema que nos interpela.

En ese afán me encontraba, cuando recordé la experiencia de los budistas, sentarse en un cojín, mirar al frente, con las manos formar una mudra, espalda recta y sin fijar pensamiento alguno. Dejar que los pensamientos corran, escurran, simplemente fluyan. Ese es el primer acercamiento de quienes siguen esta disciplina.

Me sentí entonces invitado a un viaje distinto; despojarme de toda idea, pensamiento, volver a un tiempo primigenio. A semejanza con la niñez y nuestros baños en el río, despojado de todo prejuicio, dejar que las ideas corrieran, yo mismo dejarme arrastrar por la corriente, en ese viaje de continuo cambio…

Solté amarras, zarpé sin más, lavé mi mente, deshaciéndome de ideas, prejuicios y liberando de concepciones parasitarias mi conciencia. Luego sonreí, miré fijamente el horizonte y  respiré. De allí sin más, el camino se actualizaba a cada instante, sin expectativas, sin promesas, desde el aquí y ahora del presente……

No hay comentarios: