viernes, 22 de abril de 2016

El Paria

Se desangra el cuerpo de la bestia, desde la herida copiosa y llagada que alimenta su oscuridad.

Fatigada  luego de una extensa huida, su cuerpo exhala el hálito de Tanatos..

El horizonte se nubla, y la suave pastura abriga el anhelo de descanso ante sus ojos desorbitados,
el respiro se acelera, mientras el corazón galopa entre las ansias  y fantasmas de la adrenalina que recorre su cuerpo.

Las grietas polutas por la agresión del depredador, marchitan su existencia a cada instante, el futuro se  esfuma entre llamados de auxilio.

Mientras lame su herida, el animal contempla la estepa  donde su  manada despliega un rictus imperceptible a la vista del cuerpo fantasmático.

El rebaño retoza, se alimenta y avanza a paso firme, volteando de rato en rato, para  observar al individuo. Parecen lejanos, indiferentes y ajenos a su congoja..

Hasta ayer compartían una ruta, eran parte del redil. Hoy sin embargo, todo aquello se ha deshecho, pues la conveniencia ha ungido al lastimero como un  paria....

El aroma del viento, trae la consistencia de los depredadores que rondan su marcha, asimismo aullidos y rugidos despiertan el escozor de la manada.

Son numerosos, superan a los depredadores,  más su masa es simple volumen, la hora de la supervivencia ha despertado, y la muerte ronda a su antiguo compañero.

El sol cae en el horizonte, la bestia brama con un retorno que solo trae el eco, su cuerpo está solo, su manada ha decretado el abandono, lejos ya de la compañía, su vida espera en medio de agonía.

Mañana será otro día, el paria ofrendado a los depredadores, calmará su voracidad.
 La manada confía, aunque dicha confianza es sólo ilusión, pues no pasará  mucho, hasta que el ritual de traición sea consumado nuevamente. -La vida continua-




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