jueves, 18 de diciembre de 2008

Visita





Narrador: - Se presenta un humilde anciano ante el lujoso castillo de su hijo, su ropaje están algo desteñido y su calzado gastado por el tiempo. Las manos muestran el surco de los años al igual que su cara.

Su mirada es serena, altiva y alegre, el mejor regalo de un padre junto con sus fraternales deseos de afecto incondicional.

Antes de entrar el padre al castillo debe pasar por una balanza con el objetivo de pesar las ofrendas que trae. Asimismo su figura debe ser examinada por el sastre de palacio quién deberá evaluar la calidad y distinción del visitante.

Al enfrentarse a semejante prueba el padre indica; Mis ofrendas son el amor, el afecto y la lealtad a mi hijo y el vestuario es mi sonrisa, espontaneidad y alegría.

Un sabio que contemplaba dicha escena exclamó; Débil es quién construye sus certezas sobre el oro y olvida sus orígenes olvidando a sus padres.


Moraleja: No podemos olvidar nuestra raíces, pues ellas nos dan el cimiento para nuestro tronco y permitirán el desarrollo del follaje hacia el cielo.

1 comentario:

Irene dijo...

http://emdicirene.blogspot.com/