martes, 30 de diciembre de 2008

Instante





La sempiterna mirada de aquella persona enfrentada a la multitud vociferante y enardecida realmente me conmovió.

¿Qué pasaba por su mente en aquél instante?, justo cuando literalmente una ciudad entera se abrazaba, bebía y ejecutaba los rituales más inusitados con el afán de asegurar un año nuevo que respondiese a sus rogativas, estaba dicha persona abatida y con su mirada perdida hacia el horizonte…

Desde mi lugar de observación, sólo atisbé a percibir una persona en medio de los centenares que parecía estar al margen, sumergida en una superficie distinta y lejana de toda celebración..

Me imagine entonces, los momentos más íntimos de nuestra realidad, donde más allá del entorno nada nos logra saciar y sólo anhelamos el contacto con nuestra más secreta intimidad, sin importar nada más….

Me alejé transportado por el bullicio y apenas pude divisar a lo lejos la figura que marcaba la diferencia. Entonces cuando era sólo un punto abstracto, volteé y seguí mi ruta sin más recuerdo que lo fugaz de cada instante…..

jueves, 18 de diciembre de 2008

Visita





Narrador: - Se presenta un humilde anciano ante el lujoso castillo de su hijo, su ropaje están algo desteñido y su calzado gastado por el tiempo. Las manos muestran el surco de los años al igual que su cara.

Su mirada es serena, altiva y alegre, el mejor regalo de un padre junto con sus fraternales deseos de afecto incondicional.

Antes de entrar el padre al castillo debe pasar por una balanza con el objetivo de pesar las ofrendas que trae. Asimismo su figura debe ser examinada por el sastre de palacio quién deberá evaluar la calidad y distinción del visitante.

Al enfrentarse a semejante prueba el padre indica; Mis ofrendas son el amor, el afecto y la lealtad a mi hijo y el vestuario es mi sonrisa, espontaneidad y alegría.

Un sabio que contemplaba dicha escena exclamó; Débil es quién construye sus certezas sobre el oro y olvida sus orígenes olvidando a sus padres.


Moraleja: No podemos olvidar nuestra raíces, pues ellas nos dan el cimiento para nuestro tronco y permitirán el desarrollo del follaje hacia el cielo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

En Busca de Luz



El sinsentido, que a veces suele aparecerse en nuestras vidas como una imagen amenazante, delineada a través de destellos y pensamientos sempiternos es a todas luces un invitado de tantos, sin embargo suele ser de aquellos que conmueven y que hasta cierto modo se tornan indeseables.

En efecto, a tal punto impacta en cada uno de los afectados que logra el que se sientan incapaces de observar la obviedad de la vida, el sentido de un curso natural que fluye mediante una ruta demarcada y en donde además se guarda espacio y lugar para la sorpresa, lo inesperado aquello simplemente inalcanzable a nuestras capacidades humanas. Su lanzamiento es tan certero que destroza las razones más arraigadas y consume la esencia sobre la que hemos instalado nuestras certidumbres en la confianza de erigir desde allí un mañana y luego un día tras otro.

El vacío nihilista, le certeza existencialista, la destrucción instalada de la postmodernidad abre el camino hacia fragmentos, atisbos, pequeños retazos de tiempo y emociones que van reemplazando la ruta anteriormente delineada, con los bombos de la solemne rigidez del que se aferra a un solo orden.
En medio de tan adverso panorama, ¿Qué puede satisfacer al Hombre?, ¿acaso la ciencia, el dinero, la juventud, el placer, una mujer, la soledad, el vacío?

Difícil pregunta y más aún las respuestas, pues observamos permanentemente la presencia del derrumbe y abatimiento de quienes buscaron en ídolos de barro la felicidad sin éxito y que obtuvieron tan sólo ser consumidos en su misma humanidad.

Algunos cual ciegos vagan intentando asir con sus manos el sentido perdido de sus vidas personales y familiares otros en tanto quizás miren pero no son capaces de ver la patente huella de la evidencia o en su desgano e incredulidad simplemente han renunciado a pensar siquiera en dicha respuesta.

La Stella regia de nuestro caminar, la guía primigenia en nuestro andar es la esperanza, la que unida a la imbatible fe otorga una luz en el desierto de la oscuridad humana para aceptar que pase lo que pase, la posibilidad de un nuevo día es también una posibilidad real y concreta, que a una noche escalofriante puede surgir un día de luz y afecto. Que a la devastadora enfermedad puede venir una saludable oportunidad de cambio.

Sin embargo somos nosotros los encomendados a encontrar a ese manantial de alimento trascendente, a mirar con detención sus signos y asumir un vínculo de alimento, contacto y desarrollo.

¿Es tiempo aún?, pueden preguntarse muchos, tiempo siempre es tiempo y por ello nunca será tarde para encaminarse tras esa luz que ilumine nuestro paso por esta tierra de altos y bajos, de dolor y alegría e ineludiblemente de Vida.