jueves, 22 de septiembre de 2011

Rigoletto

El irónico bufón jorobado de la corte guarda un preciado secreto que atesora con celoso afán mientras departe con cortesanos y el Duque de Mantua.De pronto, todo se torna difuso para este personaje, pues recibe la maldición de Monterone, quién irritado en torno a las burlas por la cercana “amistad” entre su esposa y el Duque de Mantua las emprende contra este personaje ambivalente, quién por un lado encarna la risa, burla y bromas como labor de deleite y aprobación social y por otro un alto sentido de paternidad y trascendencia hacia su hija Gilda.

La frontera entre vida pública y vida privada, entre el quehacer laboral y los afectos más significativos en torno a la familia se ven trastocados bajo la consigna de maldición.

El bufón se encamina hacia el aposento en donde guarda la hermosa “Joya”, que es su hija bajo el cuidado de una anciana aparentemente sumisa y que lo acoge. En dicho ambiente es donde surge el Padre en su máxima expresión, con ese afán de protección extremo, quién procede a elevar una suerte de sermón clerical respecto los vicios de la ciudad y los cuidados respecto a estos. Es el rol paterno en acción que busca la trascendencia de su progenie libre de perversiones funestas o de maltratos del mundo externo.

La hija interroga, pregunta, indaga respecto a ¿por qué? no puede salir, recorrer y encaminarse por esa ciudad. Ella es la juventud inquieta, ávida de aventuras, amistades y obviamente anhelante hacia el amor. Le narra la hija a su padre las idas diarias a misa y su retorno sin ser llamativa o entablar diálogo con nadie. El Padre observa satisfecho la narración, aunque igualmente remacha las advertencias pertinentes, como si intuyera que la hija no le ha dicho toda la verdad.

En efecto, la joven omite que ha sido observada en sus idas a misa por un joven (que no es otro que el Duque de Mantua, un Don Juan empedernido).
Ante su evocación hacia la fantasía, eleva una manifestación que delinea sus ideales y por cierto amor que ha prendido su pradera de quietud y que busca ser correspondido.

(Que actual es este punto y que manera de constatar que el libreto de nuestras relaciones sigue sin grandes alteraciones en el curso histórico).

En plena declamación de Gilda se aprecia como el sigiloso Duque de Mantua se acerca y la observa (con la ayuda de la vieja sirvienta que las oficia de “celestina” este llega ante la presencia de la joven enamorada), luego el Duque eleva su voz y señala ser un joven estudiante, pobre que la ama (algo que la joven había enunciado en su cántico: “lo amaría aunque fuese pobre”).

Las palabras melosas y cargadas de emocionalidad afectiva dan el blanco cual certero dardo y Gilda desde allí, eleva su amor al nivel de juramento, ignorando quién es el misterioso joven en verdad.

Lo que viene después es parte de esa forma precisa en que el destino entreteje los hilos y hacia donde impulsa las fútiles vidas humanas. Al más puro estilo griego, en donde las Parcas trazaban el camino de los humanos en su telar.

En efecto, los cortesanos pretenden gastar una broma a Rigoletto y deciden raptar a la que suponen es su amante y ofrecerla como presa al mismísimo Duque de Mantua.

El bufón es engañado y colabora en esta trama, al verse utilizado sólo recuerda la funesta maledizione de Monterone.

Es de noche. Rigoletto ha encargado a Sparafucile asesinar al duque, pero antes debe desengañar a Gilda mostrando su comportamiento licencioso. Es cuando el duque canta la famosa aria que hace conocida a la obra, La donna è mobile. Entra en escena Maddalena, hermana y cómplice de Sparafucile, quien coquetea con el duque y éste sucumbe a sus encantos fácilmente. Rigoletto ordena a Gilda que se vaya a casa, coja dinero y vestida de hombre huya hacia Verona. El asesino y el bufón deciden que tras su muerte, el cuerpo del duque será puesto en un saco y arrojado al río.

Gilda se viste como hombre, no obstante desobedece a su padre entra a una taberna y en un acto de negación y salvación (escucha a Magdalena suplicar a su Hermano por la vida del Duque) decide entregar su vida, allí es apuñalada por el vil Sparafucile quién pretende engañar al jorobado bufón y le entrega en el saco al supuesto Duque de Mantua a Rigoletto.

Al momento de encontrarse Rigoletto y el mercenario, están a punto de arrojar el supuesto cuerpo al ría cuando el bufón escucha en cántico del Duque, iracundo abre el saco y descubre a su moribunda hija; allí nuevamente recuerda la fatídica maledizione de Monterone…


(Melodrama de tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Le Roi s'amuse, de Víctor Hugo. Fue estrenada el 11 de marzo de 1851 en el teatro La Fenice de Venecia.)

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