lunes, 14 de noviembre de 2011

Travesía por el Desierto

El silencio envolvía los sentidos, mientras las arenas se extendían de una manera particular, como si fuesen senderos de iluminadas formas, con las partículas como parte de un cosmos diverso, extendido y misterioso. Más allá, las rocas estoicas mantenían su presencia en aquél extenso escenario, como testimonio de solemne virtud, pues aunque gobernarán los hijos de Helios durante el día y los de Plutón en la noche, su permanencia indicaba que los espíritus capaces de transmutar los influjos del ambiente por los anhelos del interior, bien pueden optar por una alternativa distinta a la simple disolución sin más.

Como sea, los coloridos de dicho ámbito eran algo que iluminaba, figuras de contornos imprecisos que evocaban imágenes primordiales, un cielo límpido y sobretodo un silente aviso de que en dicho espacio -Uno más- era siempre la oportunidad de avizorar más allá de lo presente e indicaba el sentido de supervivencia superior, que debían desplegar aquellos que osaban viajar en aquellas comarcas…

La soledad parecía abrazar a cada peregrino, no obstante el silbido del viento, el Eolo de los mensajes del lejano terruño de la isla parecía actualizarse en medio de la nada. Así , aún cuando la desesperanza podía visitarnos, algo muy profundo, parecía emerger de aquellas tierras para invitar a la exploración…

Los recuerdos de huellas milenarias parecían confirmar dicha sentencia, así como los vestigios de culturas memorables, que aunque extintas habían logrado transformar la simple piedra en arte y a la bestia en transporte, así como también al alto volcán en santuario y a la laguna en hogar de residencia para bellas doncellas encantadas…

Era aquél desierto algo enigmático, pues mientras avanzábamos por senderos devenidos en testimonio de la valentía de travesías antiquísimas, su fisonomía se tornaba en transfiguración; una suerte de mutación que lograba actualizar a la inerte tierra en verdadera potencialidad de vida, en valle, vergel y hogar. De esta forma fue que llegamos al antiguo oasis, donde se mantenían las formas de remotas ceremonias, en donde los visitantes exfoliados por al calor, el frío y la aridez retornaban a una suerte de segunda vida, una verdadera ventana en donde los tiempos marchaban al ritmo de los amos de aquél valle encarnados por personajes de solemne mutismo y gran vitalidad…

Simple ilusión, fantasía anhelada que descargaba una oleada de sensaciones sin mediar la intervención de artilugios, todo allí parecía revelación, explosión de multitudes albergadas en el interior y que ahora establecían una verdadera sincronía con el entorno delineado por las míticas labranzas de símbolos de proyección latente.....

Una suerte de pasadizo entre la vida y el más allá, entre paraíso y el averno incandescente, mera solemnidad de convenciones que no logra suspender la impresión de encontrar la belleza en su estado primigenio, ni asimismo ser mudo testigo de las voces que emanaban desde la profundidad para destacar que al menos en aquella tierra nada de lo traído era válido o mejor dicho las convenciones convertidas en leyes eran allí mera superficialidad, una simple manifestación de superficialidad y amaño de soberbia, que simplemente se desvanecían entremedio de las rocas, como las arenas rojizas que daban nombre a aquél solemne espacio como Valle de la Muerte…

Todo esto sin más oportunidad que ser testigo presente, actor privilegiado en medio de un escenario de vigorosa estética que aguardaba en cada instante sorprender y acompañar en un tránsito de verdadero desapego con aquello dado por cierto y certero..
Fue de esta manera que iniciamos una verdadera exploración que cual proyección transportaba nuestra sensación interna con los caminos que íbamos transitando, así como lo habían realizado esos “otros”, en viajes anteriores, éramos el eco, la actualización de un ritual que no lograba dar abasto para la búsqueda elemental, que mantenía la solemnidad de la travesía milenaria, con una verdadera fuerza invisible que trasladaba a ser conscientes de que el estar allí, no era simple acto de voluntad sino de sentido de encuentro y aceptación del espacio que nos recibía en ese momento verdaderamente mágico........

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