viernes, 30 de septiembre de 2011

Salmo 23

Una pieza de hermosa prosa que trasciende la eventualidad para tornarse en un mensaje permanente de paz, tranquilidad y esperanza.

A continuación les dejo este Salmo revelador:

El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término

jueves, 29 de septiembre de 2011

Montaña



Porque tu voz es silencio
Inmensidad presente de enigmas
Con tus macizos que recorren
Los senderos milenarios
Fuerte columna que escala en los sueños
Tras la meta misteriosa y mágica
De inmortal sentido
Así te conocí cordillera
Recorriendo tus senderos
Desgastando con pisadas
El camino que otros
Antes recorrieron
Te conocí coronada de un níveo manto
Que irradiaba la presencia del astro rey
Aprecié tus habitantes
De natural grandeza
Quienes parecían entonar cánticos
De bienvenida ante mi visita
Río, tierra, viento y fuego
Puma, cóndor, araucarias, manantial oculto
Árida y soleada realidad
Fortaleza de tradiciones forjadas en el tiempo
Pasadizo de esperanza
Hacia la libertad trascendente
Viaje hacia confines incógnitos
Devenidos en presencia mágica
De paisajes delineados en sinfonía de cánticos y trinos
Junto al eco de voces extraviadas de quienes fueron
Tus huéspedes hasta ese ayer perdido.

martes, 27 de septiembre de 2011

Haiku




Vuelan las aves




Tan alto




Como su destino

viernes, 23 de septiembre de 2011

Dialogo de los Melios

Durante la denominada «paz de Nicias» (421-416 a.C.) que separa las dos fases más importantes de la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), Atenas exige a la pequeña isla de Melos la renuncia a su neutralidad, la incorporación al número de sus aliados y el pago del tributo. En una dramática entrevista que Tucídides presenta bajo la forma de un diálogo, los representantes de Melos y los enviados atenienses exponen sin ambages sus respectivas posturas, unas posturas que representan claramente el contraste entre los argumentos razonados con los que los neutrales defienden su derecho a la libertad por un lado, y los intereses pragmáticos desde los que el más fuerte plantea sus exigencias.





Una frase dramáticamente realista inicia el diálogo y en ella se envuelve el concepto que subyace la relación entre naciones.



Atenienses: «(...) Se trata más bien de alcanzar lo posible de acuerdo con lo que unos y otros verdaderamente sentimos, porque vosotros habéis aprendido, igual que lo sabemos nosotros, que en las cuestiones humanas las razones de derecho intervienen cuando se parte de una igualdad de fuerzas, mientras que, en caso contrario, los más fuertes determinan lo posible y los débiles lo aceptan».


Melios: «Según nuestra manera de ver las cosas al menos lo útil (es necesario, en efecto, moverse en esos términos, puesto que vosotros habéis establecido que se hable de lo conveniente dejando aparte de este modo las razones de derecho), lo útil, decimos, exige que nosotros no acabemos con lo que es un bien común, sino que aquel que en cualquier ocasión se encuentre en peligro pueda contar con la asistencia de unos razonables derechos y obtenga provecho de ellos si con sus argumentos logra un cierto convencimiento de su auditorio, aunque sea dentro de unos límites estrictos. Y esto no es menos ventajoso para vosotros, tanto más cuanto que en vuestra caída constituiríais un ejemplo para los demás por la magnitud de las represalias».


Atenienses: «(...) Ahora lo que queremos demostraros es que estamos aquí para provecho de nuestro imperio y que os haremos unas propuestas con vistas a la salvación de vuestra ciudad, porque queremos dominaros sin problemas y conseguir que vuestra salvación sea de utilidad para ambas partes».


Melios: «¿Y cómo puede resultar útil para nosotros convertirnos en esclavos, del mismo modo que para vosotros lo es ejercer el dominio?».


Atenienses: «Porque vosotros, en vez de sufrir los males más terribles, seríais súbditos nuestros y nosotros, al no destruiros, saldríamos ganando».


Melios: «¿De modo que no aceptaríais que, permaneciendo neutrales, fuéramos amigos en lugar de enemigos, sin ser aliados de ninguno de los dos bandos?».


Atenienses: «No, porque vuestra enemistad no nos perjudica tanto como vuestra amistad, que para los pueblos que están bajo nuestro dominio sería una prueba manifiesta de debilidad, mientras que vuestro odio se interpretaría como una prueba de nuestra fuerza».


Melios: «¿Tal es la idea que vuestros súbditos se forman de lo razonable, que ponen en un mismo plano a los pueblos que no tienen ningún lazo con vosotros y a todos aquellos que en su mayoría son colonos vuestros y de los que algunos han sido reducidos tras una sublevación?».


Atenienses: «Es que piensan que ni a los unos ni a los otros les faltan razones de derecho; pero que unos se mantienen libres gracias a su fuerza y que nosotros no vamos contra ellos por miedo. Así que, amén de acrecentar nuestro imperio, por el hecho de ser conquistados nos proporcionaríais seguridad, especialmente en vista de que vosotros, siendo isleños, y más débiles que otros, no habríais logrado manteneros libres frente a los señores del mar».


Melios: «¿Y no apreciáis seguridad en aquello que os propusimos? (...) Vamos a ver, todos aquellos pueblos que actualmente no son aliados de ninguno de los dos bandos, ¿cómo no los convertiréis en enemigos cuando dirijan su mirada a lo que está pasando y se pongan a pensar que un día también marcharéis contra ellos? ¿Y con ese comportamiento, qué otra cosa haréis sino reforzar a vuestros enemigos actuales e incitar a convertirse en enemigos bien a su pesar a los que ni siquiera tenían intención de serlo?»


Atenienses: «No lo vemos así, puesto que no consideramos más peligrosos para nosotros a todos esos pueblos de cualquier parte del continente que, por la libertad de que gozan, se tomarán mucho tiempo antes de ponerse guardia contra nosotros, sino a los isleños que en cualquier parte no se someten a nuestro imperio, como es vuestro caso, y a los que ahora mismo ya están exasperados por el peso ineludible de este imperio. Esos son, en efecto, los que, dejándose arrastrar por la irracionalidad, podrían ponerse a sí mismos, y a nosotros con ellos, en un peligro manifiesto».


Melios: «Pues, si vosotros corréis un tan gran peligro para no ser desposeídos de vuestro imperio, y también lo afrontan aquellos que ya son esclavos a fin de liberarse, para nosotros que todavía somos libres sería ciertamente una gran vileza y cobardía no recurrir a cualquier medio antes que soportar la esclavitud».


Atenienses: «No, si deliberáis con prudencia; pues no es éste para vosotros un certamen de hombría en igualdad de condiciones, para evitar el deshonor; se trata más bien de una deliberación respecto a vuestra salvación, a fin de que no os resistáis a quienes son mucho más fuertes que vosotros» (...)


Melios: «También nosotros, ,sabedlo bien, consideramos difícil luchar contra vuestro poderío y contra la fortuna, si ésta no ha de repartirse por igual. No obstante, en lo tocante a la fortuna, confiamos en que no seremos peor tratados por la divinidad, pues somos hombres piadosos que nos enfrentamos a un enemigo injusto, y, en lo concierne a la inferioridad de nuestras fuerzas, contamos con que estará a nuestro lado la alianza de los lacedemonios, que se verá obligada a acudir en nuestra ayuda, si no por otra razón, a causa de la afinidad de raza y por el sentimiento del honor. En modo alguno es, pues, nuestra confianza tan irracional como afirmáis» (...)


Atenienses: «(...) Estamos observando que, a pesar de haber afirmado que íbais a deliberar sobre vuestra salvación, en todo este largo debate no habéis dado ni una sola razón con la que los hombres puedan contar para creer que van a salvarse; por el contrario, vuestros fuertes apoyos están en las esperanzas y en el futuro, y los recursos a vuestra disposición son muy escasos para que podáis sobrevivir frente a las fuerzas que ya están alineadas contra vosotros. Evidenciaréis, pues, la enorme irracionalidad de vuestra actitud, si, una vez que nos hayáis despedido, no tomáis una decisión que muestre una mayor sensatez que la de ahora. No vayáis a tomar la senda de aquel sentimiento del honor que, en situaciones de manifiesto peligro con el honor en juego, las más de las veces lleva a los hombres a la ruina. Porque a muchos que todavía preveían adónde iban a parar, el llamado sentido del honor, con la fuerza de su nombre seductor, les ha arrastrado consigo, de modo que, vencidos por esa palabra, han ido de hecho a precipitarse por voluntad propia en desgracias irremediables, y se han granjeado además un deshonor que, por ser consecuencia de la insensatez, es más vergonzoso que si fuera efecto de la suerte. De esto vosotros debéis guardaros si tomáis el buen camino. No consideréis indecoroso doblegaros ante la ciudad más poderosa cuando os hace la moderada propuesta de convertiros en aliados suyos, pagando el tributo pero conservando vuestras tierras, ni dejar de porfiar por tomar el peor partido cuando se os da la oportunidad de elegir entre la guerra y la seguridad. Porque aquellos que no ceden ante los iguales, que se comportan razonablemente con los más fuertes y que se muestran moderados con los más débiles son los que tienen mayores posibilidades de éxito. Reflexionad, pues, cuando nos hayamos retirado, y no dejéis de tener presente que estáis decidiendo sobre vuestra patria, y que de esta única decisión sobre esta única patria que tenéis, según sea acertada o no, dependerá que sea posible mantenerla en pie».Entonces los atenienses se retiraron del debate; y los melios, tras estar deliberando entre ellos, como su decisión estaba en consonancia con su postura anterior y en desacuerdo con los atenienses, respondieron lo siguiente: «Atenienses, ni nuestras opiniones son distintas a las que sosteníamos al principio, ni en un instante vamos a privar de su libertad a una ciudad que está habitada desde hace setecientos años, sino que, confiando en la fortuna otorgada por la divinidad que hasta ahora la ha mantenido a salvo y en la ayuda de los hombres, y en particular de los lacedemonios, intentaremos salvarla. Nuestra propuesta es ser amigos vuestros, sin enemistarnos con ninguno de los dos bloques, y que vosotros os retiréis de nuestra tierra después de concluir un tratado que resulte satisfactorio para ambas partes».



Esto es cuanto respondieron los melios; y los atenienses, dando ya por terminadas las negociaciones, hicieron la siguiente declaración: «Verdaderamente, a juzgar por estas decisiones, sois, a nuestro parecer, los únicos que tenéis por más cierto el futuro que los que estáis viendo y que, con los ojos del deseo, contempláis como si ya estuviera ocurriendo lo que todavía no se ve.


En fin, cuanto mayor sea la confianza con que os abandonéis a los lacedemonios, a la fortuna y a las esperanzas, tanto mayor será vuestra caída» (...)


Los atenienses mataron a todos los melios adultos que apresaron y redujeron a la esclavitud a niños y mujeres. Y ellos mismos, con el posterior envío de quinientos colonos, poblaron el lugar.

Entresueños

Siempre tras el camino, ya sea en tempestad, viento, lluvia o días soleados, con más o menos compañía. Pues, finalmente; ¿que más da?, cuando apuestas realmente a encontrar el sendero prometido, si buscas tu camino con afán...

La noche cae, el descampado se hace sentir, aullidos de bestias y el silbido del viento junto a la inevitable sensación de soledad sin soledad.

¿Cuántos días más seguirá esta expedición?, acaso como Aguirre, en su viaje de perdición y agonía o tal vez como el mismísimo Cortés. Descubridores, pero descubridores ¿de qué?, si finalmente llegaron a una tierra habitada por “otros”, que antes habían sido igualmente conquistadores.

La noche avanza y entre sucesivos intervalos de sueño y vigilia, mi conciencia se trastoca, siento que las voces perdidas, aquellas extraviadas por los que durmieron sin despertar se acercan en un canto de frenesí de mensajería. ¿Qué desearán comunicar?; acaso una bienaventuranza o simplemente un llamado al silencio.

Nada que recordar, nada que buscar en la conciencia, sólo el tránsito, la transición de ciclos, de cambios para no detenerse, la transitoriedad del misterio oriental, del hombre que dejó su riqueza para avanzar hacia el camino, en el Tao o la iluminación. Camino en mil vidas, prosigo mi curso, soy el que camina en senderos de soledad, de rato en rato los ruidos de poblados me atraen, comparto, discurro, participo y me integro, sin embargo en el fin de la jornada vuelvo a iniciar mi viaje.

Duermo, a ratos despierto, estoy ante el árbol en mi meditación, en otras me extravió en el bosque tras la bestia y en momentos me encuentro en un desierto de multitudes. ¿Quién entiende aquello?, desierto de masas, multitudes, seres ajenos que desfilan sin cesar ante mí.

La montaña está solitaria, apacible, realmente hermosa, su majestuosidad es solemne, altiva, sin titubeos, aquí la vida va siempre en juego sino anda a ver esos pobres congelados o esos otros desbarrancados en aquél risco. -Son las voces- ellas advierten y evidencian que la montaña no es hogar para dubitativos o débiles, más allá un par de cóndores vuela indiferente a mi cuestionamiento y pláticas con el viento.

El sol se pierde, la noche llega y los sonidos se mezclan en un concierto extraño, mientras el curso prosigue indescifrable para el profano que hurga en medio de cálculos y artilugios en una torre alejada.

El sueño continua, se envuelve, atrapa e invita a dejarse ir, sin más espacio de razón, me dejo conducir y la noche se vuelve amable hogar para el descanso. Es la conciliación, es descanso bien merecido luego de la ida y regreso por las conciencias en potencia que se trasladan sin cesar en medio de la oportunidad de expresión en los sueños. Como escenarios de exhibición o presentación de nuevas obras, las que se elaboran más allá de cualquier prioridad en el mundo de la otredad, de esa sensación que se actualiza y nos recuerda siempre desde la sorpresa o la perplejidad que no somos los controladores del mundo, ni siquiera en los mismos sueños que ofrendamos en cada estación de descanso.

jueves, 22 de septiembre de 2011

La Invitada

La simple evocación de aquél instante de placer, cobijó por un momento la calma dentro de la conciencia de nuestra invitada. Su faz develaba tranquilidad, esa tranquilidad propia de quién se deja ir por los compromisos y normas que a ratos se asimilan a un yugo, no obstante representar una guía seductora de certezas.

Con esa idea nos atrevimos a invitarla a hablar de su actual situación, la sonrisa invadía su rostro y esa mirada de satisfacción no desaparecía, no obstante que se encontraba en un taller de terapia grupal.

Nada parecía importarle, luego de haber decidido romper con su dependencia con las drogas y haber luchado titánicamente contra esa fuerza que le llevaba compulsivamente al consumo.

Así, al mencionar su nombre, la puerta se abrió tímidamente dejando entrar a la invitada, la misma que hace poco había renunciado a ser parte, ahora nos integraba, extendiendo su humanidad hacia los otros, que como ella habían avanzado en el diálogo del yo-tu, en una visión de unidad, encuentro e identidad desde la comunicación y comunidad del reconocer al otro en mí, para luego saltar a la ansiada liberación......

Caminó con energía para luego ocupar un puesto central en la sala, observó y atisbó a los presentes como si quisiera capturar la esencia de aquél instante. Luego dió paso a su presentación, historia y presente ante la mirada expectante de los asistentes, que como ella en algún momento, iniciaron su camino de búsqueda más allá de las ataduras que antaño habían sido dulces cadenas vestidas con la ilusión de libertad......

Despertar

Soplo vital sobre el cuerpo barroso
Arcilla dormida por siglos
Sueño de largo reposo
Que ha prodigado su existencia

De profundo misterio ha surgido
El gran arquitecto, maestro alfarero
Que ha delineado su quehacer
Con sutileza sobre la criatura

La imagen primigenia, simple simiente
Se encuentra ahora instalada
Así, los ojos en parpadeo intermitente
Conectan la vida hacia el exterior

Rigoletto

El irónico bufón jorobado de la corte guarda un preciado secreto que atesora con celoso afán mientras departe con cortesanos y el Duque de Mantua.De pronto, todo se torna difuso para este personaje, pues recibe la maldición de Monterone, quién irritado en torno a las burlas por la cercana “amistad” entre su esposa y el Duque de Mantua las emprende contra este personaje ambivalente, quién por un lado encarna la risa, burla y bromas como labor de deleite y aprobación social y por otro un alto sentido de paternidad y trascendencia hacia su hija Gilda.

La frontera entre vida pública y vida privada, entre el quehacer laboral y los afectos más significativos en torno a la familia se ven trastocados bajo la consigna de maldición.

El bufón se encamina hacia el aposento en donde guarda la hermosa “Joya”, que es su hija bajo el cuidado de una anciana aparentemente sumisa y que lo acoge. En dicho ambiente es donde surge el Padre en su máxima expresión, con ese afán de protección extremo, quién procede a elevar una suerte de sermón clerical respecto los vicios de la ciudad y los cuidados respecto a estos. Es el rol paterno en acción que busca la trascendencia de su progenie libre de perversiones funestas o de maltratos del mundo externo.

La hija interroga, pregunta, indaga respecto a ¿por qué? no puede salir, recorrer y encaminarse por esa ciudad. Ella es la juventud inquieta, ávida de aventuras, amistades y obviamente anhelante hacia el amor. Le narra la hija a su padre las idas diarias a misa y su retorno sin ser llamativa o entablar diálogo con nadie. El Padre observa satisfecho la narración, aunque igualmente remacha las advertencias pertinentes, como si intuyera que la hija no le ha dicho toda la verdad.

En efecto, la joven omite que ha sido observada en sus idas a misa por un joven (que no es otro que el Duque de Mantua, un Don Juan empedernido).
Ante su evocación hacia la fantasía, eleva una manifestación que delinea sus ideales y por cierto amor que ha prendido su pradera de quietud y que busca ser correspondido.

(Que actual es este punto y que manera de constatar que el libreto de nuestras relaciones sigue sin grandes alteraciones en el curso histórico).

En plena declamación de Gilda se aprecia como el sigiloso Duque de Mantua se acerca y la observa (con la ayuda de la vieja sirvienta que las oficia de “celestina” este llega ante la presencia de la joven enamorada), luego el Duque eleva su voz y señala ser un joven estudiante, pobre que la ama (algo que la joven había enunciado en su cántico: “lo amaría aunque fuese pobre”).

Las palabras melosas y cargadas de emocionalidad afectiva dan el blanco cual certero dardo y Gilda desde allí, eleva su amor al nivel de juramento, ignorando quién es el misterioso joven en verdad.

Lo que viene después es parte de esa forma precisa en que el destino entreteje los hilos y hacia donde impulsa las fútiles vidas humanas. Al más puro estilo griego, en donde las Parcas trazaban el camino de los humanos en su telar.

En efecto, los cortesanos pretenden gastar una broma a Rigoletto y deciden raptar a la que suponen es su amante y ofrecerla como presa al mismísimo Duque de Mantua.

El bufón es engañado y colabora en esta trama, al verse utilizado sólo recuerda la funesta maledizione de Monterone.

Es de noche. Rigoletto ha encargado a Sparafucile asesinar al duque, pero antes debe desengañar a Gilda mostrando su comportamiento licencioso. Es cuando el duque canta la famosa aria que hace conocida a la obra, La donna è mobile. Entra en escena Maddalena, hermana y cómplice de Sparafucile, quien coquetea con el duque y éste sucumbe a sus encantos fácilmente. Rigoletto ordena a Gilda que se vaya a casa, coja dinero y vestida de hombre huya hacia Verona. El asesino y el bufón deciden que tras su muerte, el cuerpo del duque será puesto en un saco y arrojado al río.

Gilda se viste como hombre, no obstante desobedece a su padre entra a una taberna y en un acto de negación y salvación (escucha a Magdalena suplicar a su Hermano por la vida del Duque) decide entregar su vida, allí es apuñalada por el vil Sparafucile quién pretende engañar al jorobado bufón y le entrega en el saco al supuesto Duque de Mantua a Rigoletto.

Al momento de encontrarse Rigoletto y el mercenario, están a punto de arrojar el supuesto cuerpo al ría cuando el bufón escucha en cántico del Duque, iracundo abre el saco y descubre a su moribunda hija; allí nuevamente recuerda la fatídica maledizione de Monterone…


(Melodrama de tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Le Roi s'amuse, de Víctor Hugo. Fue estrenada el 11 de marzo de 1851 en el teatro La Fenice de Venecia.)

viernes, 16 de septiembre de 2011

Septiembre

Septiembre, mes de transición por excelencia, por un lado; término de un ciclo invernal y por otro la inminente llegada de la estación primaveral. Un mes en donde la fuerza latente, constituida en mera potencia, irrumpe a raudales en diversos escenarios de norte a sur, urbes y poblados, montes y avenidas, campos y jardines variados. En efecto la vida en su expresión de brote, florecimiento y germinación, pareciese estar íntimamente expresada en este mes.

Asimismo la fauna conjunta de nuestro sistema se expresa de forma contundente, trinos y cantos, ladridos, maullidos y algarabía comienzan a decorar el ambiente acústico de grandes y pequeñas ciudades de manera ebullente. Nosotros mismos, pareciéramos caminar de una forma distinta, quizás con mayor osadía, rompiendo esa inhibición de la estación invernal que con su contundente expresión de lluvias, frío u oscuridad nos ubica en un escenario distinto, igualmente cautivador empero distinto.

Es la vida que remonta el curso natural, se hace manifiesta con adornos y colores, se expande a niveles insospechados y recuerda a cada uno de los habitantes que están : vivos, activos como un mensaje perpetuo de ciclos y épocas.

Es en este contexto entonces desde donde nace la base nutricia para la celebración patria, fiesta por excelencia que convoca a chilenos y chilenas en una suerte de ritual amplio, expresión de una faceta conocida de nuestra identidad. Claro está que como hemos referido previamente, la primavera libera esta faceta con mayor ímpetu pues se encuentra algo adormilada por un invierno no sólo estacional sino cultural y es allí donde salen a relucir rasgos de esa base fundadora de nuestra patria. Eventos ligados al campo, juegos, bailes y festejos conmemorativos de esa época ida, que fue sin embargo la simiente para el presente y asimismo la incorporación de nuevas usanzas llegadas a nuestra tierra y adoptadas como parte integrativa de esa totalidad del ser nacional, que no se extingue ni pareciese conformarse con el sólo presente y más bien se mantiene en permanente cambio y reformulación con proyección futura.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Extravío

Ocaso; nube perdida
En medio del día
Cielo extraviado del horizonte
Donde la noche inicia su morada

Mirada perdida hacia el presente
Sin vida más verdadera
Que el instante futuro/pasado
Mientras la ausencia
Se ha tendido en medio del mundo distante
Mera ilusión desplegada
Desde la proyección de mil razones
Sólo quimeras, sólo imaginación
Desde ese yo que es otro
Ajeno a mi mismo

¿Dónde encontrar la razón?
Para proseguir este viaje
Si el anhelo perece en manos de la angustia

Fuego, chispa rudimentaria
Partera del principio
Ese lejano, más siempre presente
Hogar de caminos de elección
Rastro de la búsqueda primigenia
Nacida del mundo profundo
Vital elemento de añoranzas latentes

Ocaso; trasnoche que se encamina lentamente
Mientras, el ayer de la constelación remota
Ha rememorado la renovación
(del antiguo pacto)

Consejos perdidos, cartas y notas
Todas ellas labradas en letra muerta
No se escucha el eco de su contenido
Que retumba desde el papel de antaño.

viernes, 9 de septiembre de 2011

A propósito del Ser

La travesía del hombre en la realidad que aborda y le rodea, implica asumir un rol determinado ante esa multitud que literalmente le acosa. Esta multitud expresada en; lo general, impersonal, sin rostro ni figura, lo termino medio y nivelador, en fin la multitud, que según Kierkegaard, es la no-verdad y que Heidegger personaliza llamándola das Man (el "Se") representa un desafío permanente para el hombre que busca su identidad.

"El hombre que escapa de ella, que se sustrae a su influencia y se convierte en "singular", es, como tal "singular", la verdad. Porque según Kierkegaard, no hay ninguna otra posibilidad para que el hombre se convierta en verdad humana, esto es, en verdad condicionada, que la de abordar la verdad absoluta o divina adentrándose en una relación decisiva con ella; pero esto sólo lo puede hacer siendo "singular", cuando se ha convertido en un ser personal con responsabilidad propia completamente independiente. Y uno se hace "singular" sustrayéndose a la multitud, que arrebata la responsabilidad personal o por lo menos la enerva". (Texto de Martin Buber: ¿Que es el Hombre?)



La vía de búsqueda hacia la identidad requiere a lo menos de un mirarse a si mismo, para ello la soledad entendida como el diálogo consigo mismo en un ambiente ajeno a esa "multitud", será a ratos una suerte de instancia primordial para ello. Así lo asumirá la tradición con los relatos de aquellos que iniciaron su iniciación, desde Sidharta Gautama, Jesucristo, Moisés hasta los héroes arquetípicos de las diversas culturas.



Una vez que hemos llegado a dicha instancia de claridad, los caminos por abordar serán diversos, para algunos marcará el tránsito hacia un nivel de diálogo con lo absoluto o divino (Kierkegaard), para otros será el puente de apertura hacia el "otro" con un dialogo "Yo-Tu", que de fructificar sintetizará un "nosotros" (Buber) o también será el proceso necesario de liberación del hombre primordial, quién más allá de la comunidad siempre estará interpelándose desde si mismo hacia los otros, sin más que una conexión circunstancial (Heidegger) y que lo apreciamos con nitidez en el libro "El Tunel" de Ernesto Sábato cuyo relato nos deja con la sensación de soledad y distancia sideral entre el protagonista y su amada, aún en los momentos de su más íntima relación.......




De esta manera, constatamos que sólo logrando un avance desde nuestra identidad (uno mismo), seremos capaces de abordar los desafíos posteriores ante los diversos caminos mencionados, considerando ello como una vía de integración, en donde nuestra mirada se posará en diversos momentos y donde ningún camino será cerrado a priori.......

martes, 6 de septiembre de 2011

Viaje

El sol corre tras su destino, sin detenerse en el frenesí del mundo
Mientras, el viento traza su ruta indiferente
Ajeno, distante, inasible
Colándose entre escondrijos de pueblos, valles y senderos perdidos
Para el viejo observador que se ha detenido en el viaje
Es el espíritu de Helios quién cabalga hacia la aurora
Mientras ve al mismísimo Eolo animando el espíritu del bosque

La unión de su mundo con la tierra y el cielo
Así lo mundano se torna en sacro
Lo profano se cubre de belleza trascendente
Como simiente de alegría, en la intima esperanza
Aquella que nace desde la vigilia en la alborada
Creer sin ver, amar aún sin conocer
Ese es el designio para el consagrado

Detrás de todo aquello, está el recuerdo
La reunión ceremonial en torno al fuego
El traspaso de tradiciones orales
Sueños, anhelos y temores anudados
En el simple relato ancestral
Que se actualiza en un presente cuya vitalidad
Ha sido germinada en milenios pasados
Tiempos idos, bajo un simple resplandor
Como ilusión de enigmática vigencia
Hasta un presente indeterminado

¿Adonde ha ido el viejo observador? -Se escucha la voz del viajero-

Acaso has extraviado tu camino
Entre jornadas y travesías
-No hay respuesta- el silencio cubre su morada

En tanto, allí va nuevamente el disco dorado
Cruzando las fronteras de nuestra imaginación
Delineando el escenario del universo en expansión
Hasta un nuevo renacer
Asimismo el viento, quién nos vuelve a visitar
En sentidas emociones, bailes y silbidos
Como presente del encanto inagotable

lunes, 5 de septiembre de 2011

El Destino

Tejieron las Parcas el destino; con fino hilo de imprevisto
Dorado, argento o negro compuesto
Cada esquina bien bordada; con detalle propio del esmero
Asímismo fue labrada la sentencia
Aquella que en el tiempo ha sostenido la contienda
Entre alegrías, festejos y lamentos
Como fiel escrito asignado
Siempre entre nosotros (los mortales)
Presagio señero de lo acontecido

Ayer, hoy y siempre

Giró la rueda entre tinieblas, amables días y pesares
Corrió el hilo urdido en la rueca
Mientras tejen las afanosas hermanas el devenir
Aunque algunos pretendieron profetizar
Sobre el futuro como algo cotidiano
Anticipando incluso el juicio ensimismado
De tanto en tanto, la suerte nos pesa con su voluntad
Demostrando que respecto al camino de la vida no existe ciencia aventajada

Por tanto, sólo queda el recuerdo de los que partieron
La alegría de los que llegan
Junto al eco de las voces extraviadas
Camino de sorpresas sutílmente diseñadas
Que nacieron, sin más aviso que un soplido

Frente a ello: silencio, reflexión, anhelos
Pues ya sea frente a la vivido
Lo avanzado o perdido
La templanza valor superior, ha permanecido
Como solemne resguardo en esta marcha crucial
Donde la divinidad en algo ha ungido
Nuestro camino en calma o tempestad

viernes, 2 de septiembre de 2011

Remembranzas

¿Adonde has ido?; camino de certezas

Simple señal de la ruta prometida

Tu huella se disuelve, deshaciendo mis verdades

Sin más claridad que la luz de mi interior

Que se enciende para sumirse en el centro prometido


¿Adonde caminas?, extraño peregrino

Sólo recuerdos traes de tu viaje

El tañido de campanas, coros de algarabía

Multitudes que labran oraciones

En medio de ciudades con laberintos de gris destello

Mientras el sol cae tras la montaña

Que albergó nuestros sueños juveniles

Entre cimas nevadas, bestias e ilusiones


¿Te acuerdas?; cuando reíamos en las blancas laderas

Recuerdos, simples rememebranzas que resuenan en mi alma

Como las olas, al romper en los roqueríos

Una y otra vez, cada día

Caminos destemplados, sombríos, extraviados

Tu imagen se proyecta

En medio del camino

Pues el destino así lo ha querido

Sin control el devenir se ha presentado

Pues las tejedoras del telar han delineado la figura

Guardada en lo profundo de los sueños

Así será por siempre en el eterno viaje de encuentro

Hacia tierras inexcrutables, sembradas de la magia perdida

Retumbando en mis sentidos

Como las campanas de la vieja ciudad

Desde donde partí una tarde de otoño

Hacia la senda prometida