miércoles, 2 de enero de 2013

Elucubraciones


Surge el suceso en un  momento determinado, como una suerte de aparición que destella de tal forma significación para el evento, que es difícil calificarlo  como algo casual.

<– Tu mi sonriente efigie, que hace poco dudabas de aquello ahora te das por enterada-

    ¿Dudas? - muchas me imagino-, pues no es fácil entender que nuestra existencia se encuentra íntimamente ligada  con ese espacio que denominamos exterior.
 
Parece entonces que la referencia interna/externa es sólo referencial y no del todo relevante, pues como señala el antiguo designio escrito en el Kybalión: “Como es arriba es abajo”. De tal forma, podríamos señalar nosotros; como es el interior es el exterior.

Los ejes vitales se interceptan y unen en un punto determinado del plano, más allá de tiempo, espacio o dimensiones determinadas. Una suerte de Aleph. ¿Te recuerdas del libro de Borges?,  la actualización de la vieja narración de ese punto primigenio que aflora y es unidad. Principio y fin  del mismo universo.

-Me observas, mientras dicto mis apreciaciones- Pareciese entonces que aún la duda inunda la realidad de tu existencia, mi estimada compañera de jornadas reflexivas, voz del eco remoto que trasluce la simple esencia de la brisa portadora de  incógnita. Reitero entonces mi reflexión devenida en creencia, pues me interesa señalar que somos una proyección activa desde nuestro yo profundo hacia todo el alrededor, capaz de unirse a nuestro cosmos y así concadenar el universo, en esa secuencia de eslabones indeterminados que lleva el origen de nuestra existencia.

Un sueño, algo similar, a una interacción en donde tu presencia activa procesos sin causa aparente en el contexto. Conocemos en algo las experiencias de Jung, -¿Te recuerdas?, de la Sincronía.

-Mueves la cabeza de lado a lado-  Como una suerte de dictamen indeciso, ambiguo, indeterminado, frente a la evidencia que se va entregando.

 ¿Resulta tan difícil de entender acaso?, entonces la simple  convicción no basta, la realidad se funde en nosotros y nosotros en ella. Pequeños signos a veces y luego eventos relevantes se manifiestan frente a nosotros y viceversa.


En fin, cada guiño que nuestro entorno remita es una interacción de orden circular que nació junto a nosotros y no algo ajeno a nuestro propio universo, que no es sino la extensión de la amplitud delineada en sistemas, galaxias y constelaciones hasta el infinito.

-Me sonríes-, como asintiendo- Comprende; -Tú- el ánima de la compañía, la representación del remanso, de ese espacio indeterminado que ofrece la anhelada paz,  te albergas en diversos espacios a la vez y probablemente estarás en este mismo instante en diversos lugares y confines del mundo . Esto, porque eres una manifestación de la universalidad que se une en cada uno de nosotros mediante ese punto de intersección común.


 Un sentimiento extraño emana entonces de mi conciencia, en un instante apenas la brisa acerca una rama de olivo desprendida del pico de una paloma. Simple casualidad repetirán muchos o más aún, cuando caminando en medio de una ciudad me encontré con el mensaje de la evocación en un cartel de anuncios comerciales o cuando ante el reiterado recuerdo del padre respecto de  su hijo, se produjo el hecho más curioso expresado en el roce y rasguño de una rama en su frente, delineando la palabra “Li”. Dicha expresión alude en el I Ching a lo oscilante, al fuego que puede quemar hasta consumir y asimismo lo intermedio (hija o hijo) entre el sol y la tierra……



Resulta significativo asimismo observar como la síntesis de unidad es un reflejo de lo que portamos en el fuero esencial y que en la frase:"Por sus frutos los conoceréis, alude a dicho evento, quizás de una manera directa y práctica, aunque no por ello menos evidente de la ligazón esencial existente.

"Surge entonces la idea, su presencia evoca los sentidos comprometidos, profundos, extensos y simplemente  manifiestos en el proceso de nuestro desarrollo, asimismo, surge de manifiesto el hecho, la acción como continuo de esa idea". De esta forma, la unidad es la justa apreciación para quién pretende aproximarse al saber y del mismo modo la desintegración, la forma más pertinente para quién busca alejarse del saber .







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