martes, 13 de octubre de 2015

Análisis



Hemos constatado previamente, algunos rasgos constantes del gobierno vigente, expresados básicamente en; distanciamiento del entorno nacional, seguido de  una suerte de ensimismamiento que alimenta el mundo interior del aparato político y su ideario de lo imprescindible para el país, sumando una indiferencia hacia la vinculación del mundo exterior y de allí,  un corte manifiesto con las líneas que cimientan una efectiva comunicación con el quehacer y cotidianeidad.

De esta forma, ningún mensaje tanto en clave o directo, pareciese influir en el actuar de la Presidente y su equipo. Así se evidencia con una seguidilla de encuestas que arrojan resultados adversos a la gestión gubernamental (“no gobierno para encuestas” dice la presidenta), caída del cobre, alza de la inflación, baja en las expectativas de crecimiento, fuga de inversores, etc.

Este comportamiento rompe el esquema de lucidez y realismo con el que actuamos habitualmente,  -Si llueve, usted saca un paraguas, si tiene sed busca beber agua, etc- trasladándonos a un escenario similar al doble vincular y escindido que nutre a los sicóticos. De esta forma, la perplejidad es un fenómeno que va en aumento y a la par con la búsqueda de entender un proceso que no manifiesta rasgos de lógica para la mayoría.

Lo anterior, nos lleva hacia esta creciente expresión entre aturdimiento y extravío que vivimos como ciudadanos y que instala a su vez una condición de inmovilidad, sin poder reaccionar ante un esquema comportamental desconocido hasta ahora, lo que vuelve propicio y valida el nuevo lema del gobierno: “Realismo sin renuncia”….

Quién se define realista, asume que los cambios y flexibilidad son parte de su actuar, lo que lleva a entender la contradicción en la frase mencionada, lo que más bien es una nueva manifestación de conducta críptica coherente con el esquema descrito previamente.

En efecto, los signos señalados nos hablan de una mirada interior que apela a una premeditada acción de fortalecimiento del núcleo central del programa de gobierno, que como hemos oído y también comentado, ha pasado a ser la piedra angular que aglutina  a la alianza denominada Nueva Mayoría. Este ejercicio que distancia, aleja  e incluso omite lo obvio de cualquier gobierno democrático en  si mismo, es un síntoma de la verdadera cualidad que se encuentra en ciernes desarrollándose, y que tiene que ver con un despliegue autocrático del poder ejecutivo, y que evoca las experiencias más extremas que vive la ideología como manifestación de dogma en América latina.

Lo expresado en dicha conductas observables es además  una evidencia, que tiene su correlato en la forma de llevar a cabo las ideas contenidas. Por tanto, cuando observamos aislamiento y ensimismamiento del gobierno y de su líder, lo que debemos considerar es también un repliegue táctico, un sumar ideas desde “nosotros” más que con “todos”, pues finalmente - “somos nosotros los que sabemos lo que quieren las personas”-.

Planteada así las cosas, quienes esperan un cambio de timón, un nuevo aire, segundo tiempo o cambio a secas de la administración, pueden tomar una larga siesta hasta ver señales en tal sentido.

No debemos olvidar un dato no menor al respecto, Chile ha sufrido desde el inicio de la actual administración serios impactos por fenómenos naturales y otros desastres: Terremoto en Iquique, Incendio en Valparaíso, Temporal en el Norte, Volcán en el Sur y Terremoto en cuarta región -sin que el actual gobierno cambiara ni una coma de su proyecto programático- para  otorgar la necesaria prioridad a las regiones y familias afectadas a fin de  normalizar sus vidas a la brevedad

Por el contrario,  vemos como se asigna una glosa millonaria que alcanza a los 2.836.496 millones de pesos a la propuesta de Nueva Constitución.

¿Quién entiende esto?, hasta ahora sólo unos pocos que hemos comenzado expresar una franca duda respecto al devenir….


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