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Ansiedad; sensación de apresuramiento, percepción de fragilidad e inestabilidad, acompañada de una leve aceleración de los latidos cardiacos, sudoración y un destello de desborde irrefrenable que busca saciarse a través de diversos métodos.
Para algunos será el alcohol, otros en tanto se volcarán a devorar cuanto alimento encuentren, fumar, gastar calorías, apostar, todo vale en esta loca carrera de sensaciones anómalas y desestabilizadoras que invaden nuestra existencia.
Vinculada básicamente a la supervivencia y a los estados de alerta en la actualidad su detonación suele ser causal de desorden y derivaciones en anomalías patológicas ligadas a diversos eventos, los que se etiquetan según la ocasión y los motivos que la originan.
El reconocimiento de nuestro organismo, sus señales y asimismo de mecanismos de control y procesamiento consciente de los mismos, nos ayudarían bastante a responder asertivamente a señales que están dentro de nosotros y que en la generalidad terminamos por mal interpretar o buscando soluciones fáciles en fármacos que sólo tienden a calmar los síntomas y no las causas basales de la manifestación de los mismos.
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