martes, 12 de abril de 2011

A propósito de la Incertidumbre

La incertidumbre, sensación que nos apresa sin más, atrapándonos en una suerte de telaraña confusa, desproporcionada y altamente perturbadora que a ratos nos desborda y enfrenta ante aquello que emerge como desconocido, amenazante e incluso caótico…. ¿Qué Hacer Frente a semejante situación?

Las personas buscan respuestas, intentan manejar aunque sea artificialmente aquello que se manifiesta como una amenaza y para ello su conducta va tejiendo desde simples respuestas hasta intrincados rituales que logren calmar esa brote de angustia profunda hermanada de quiebre, nihilismo y vacío….


Una formula básica es el simple desborde, que deriva en crisis inmediata sin contemplar procesamiento alguno. Aquí podemos observar entonces manifestaciones como; llanto, mutismo, perplejidad y una búsqueda de escape, es el principio instintivo de supervivencia que no reflexiona ni medita sino simplemente actúa ya sea paralizando a la presa o motivándola a su escape desesperado.

Acusaciones, reproches, pánico, la sensación más vivida de ser una pieza sin relevancia que está a la disposición de una fuerza superior que resulta amenazante es un signo de la dimensión cualitativa de nuestro universo primordial, que nos une con ese sujeto que emergió de la estepa entre bestias y una naturaleza muchas veces mortífera. Recuerdo vivo de tiempos en donde éramos simplemente una especie más en la escala de la lucha por sobrevivir, donde el olor a muerte vagaba en las caminatas sin mediación de una cultura o tecnología protectora.


No obstante, esta no es la única forma posible de reacción, también existen formas que buscan minimizar la amenaza, racionalizando su envergadura y proporcionando una explicación que la justifique y asimismo la logre controlar. De esta manera apelamos a un mecanismo de defensa que opera en el sentido de afincar el poder en nosotros versus la simple estampida o brote de histeria ante aquello que nos hace sentir débiles, mínimos e insignificantes. Así, intelectualizamos el evento, derivamos en explicaciones y tendemos a sentirnos privilegiados por entender su desenvolvimiento.


He aquí los rasgos que remontan a los inicios del hombre como artífice, el relato épico del héroe que asume el desafío y navega en las aguas turbulentas del sino y que asimismo enfrenta el devenir escrito por los Dioses.


Ambos casos nos llevan a una tercera vertiente del manejo de la incertidumbre y en este caso apelamos a la emoción, ya no es el mero impulso ni la racionalidad sino la emocionalidad. Somos capaces de medir, evaluar y asimismo sentir que aquello que nos recorre es un hecho que nace dentro de nosotros como un reflejo de nuestra vivencia, de nuestra historia y asimismo de la manera en que hemos labrado nuestro proceso de crecimiento a través del tiempo en que nos insertamos.


De esta forma acogemos nuestro miedo y lo ponemos a disposición del entendimiento lógico y de esta manera lo reincorporamos como reconocimiento y aceptación de nuestro lugar. De este modo la incertidumbre muta en advertencia o riesgo en relación a hechos que nos definen y desde allí podemos construir nuestra decisión.


No somos entonces, simples criaturas abandonadas a su destino e indefensas, tampoco los dueños totales de la verdad ni los héroes que blandiendo la espada del discurso racionalista llegarán a destino. Este simple saber nos ubica y llama a la calma, entendemos entonces que la incertidumbre no es sino la expresión de nuestra propia forma de ser y desde allí la redefinimos como una advertencia que nos permita emprender el camino que podamos cumplir según nuestras capacidades.


Nuestras emociones son aliadas en este proceso y por ello debemos buscar su interpretación desde una perspectiva que literalmente: No enturbie el agua de la fuente. Ello sólo ocurrirá cuando dejes que los impulsos pasen, luego vendrá la razón y también deberá correr, entonces las emociones aparecerán y también deberán transitar (no buscar reprimirlas o explicarlas), hasta encontrarte contigo mismo, desnudo, sin esa armadura creada y de una forma apacible enfrentar aquello que te agobia. Una vez allí la aceptación será el inicio del camino hacia la nueva integración y así sucesivamente.

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